Diario de Ibiza

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Aracey Robustillo

Un poco de contexto, mamones

«Los Hombres G eran de lo más ‘descafeinado’ y blandito de aquellos tiempos»

Hace 40 años, los niños que fuimos a EGB, como dice la cuenta de Twitter, nos montábamos en la parte de atrás de un minúsculo Renault 5 amontonados unos encima de otros, no ya sin silla especial, sino sin cinturón. Así viajábamos tan campantes, mientras el adulto que conducía fumaba como un carretero con las ventanillas cerradas en invierno, y en el casete sonaba ‘Lo mejor de tu vida’ de Julio Iglesias, en cuyo contenido no voy a entrar siquiera, que para qué queremos más charcos.

Espero que todo esto les sirva de contexto para entender lo fría que me ha dejado la ‘ardua polémica’ sobre la canción de los Hombres G, ‘Sufre mamón’, originada por los comentarios que sobre ella hizo la humorista Ana Morgade, en el programa de televisión ‘Pasapalabra’.

El incidente es un claro ejemplo de la importancia de contextualizar. Tanto, que todo este ‘pifostio’ sin sentido se hubiera desarmado en segundos con ese verbo y nos hubiésemos ahorrado marabuntas virales, que la verdad, no vienen a cuento.

Porque en realidad, la presentadora madrileña no dijo nada del otro mundo en el ‘aquí y ahora’ sobre el pegadizo tema ochentero: que marica no es un insulto y que las mujeres no somos bolsos que haya que devolver. Pero su autor, David Summers, dio en el clavo al defender el tema que cantó en miles de escenarios, y explicar que su ‘edad’ justifica el tono y las «bromas» incluidas en él.

No tengo claro cuál es el problema, la verdad. Las canciones, como las obras literarias, reflejan las circunstancias históricas y sociales de cada época. De ahí su valor para conocer otras realidades y ayudarnos a apreciar los avances y los retrocesos de cada momento. De manera que perder la perspectiva a la hora de ‘analizarlas’ es un error fatal, que habla más que otra cosas de la ignorancia del ‘receptor’.

Piensen en la copla española, por ejemplo, está llena de guiños y dobles sentidos que sin duda burlaron la férrea censura de un régimen, que pretendió apropiársela como santo y seña de los ‘españoles de bien’; pero además, este estilo es un fiel reflejo de ciertas lacras sociales que siguen presentes en la actualidad, como la violencia de género, los celos o el amor posesivo. Aprendemos, al escuchar cualquiera de los clásicos de Quintero, León y Quiroga, porque sus letras son sin duda una manera de tomarle el pulso a la sociedad de aquel momento.

Y lo mismo sucede con la época de la Movida. Los años ochenta fueron un revulsivo de toda la represión vivida durante la larga posguerra y surgieron algunos de los grupos más transgresores de nuestro país. De hecho, si los ‘meapilas’ que se rasgan las vestiduras por la letra de ‘Sufre mamón’ analizaran las de Alaska y los Pegamoides, Siniestro Total, Loquillo y los trogloditas o Radio Futura, se darían cuenta de que, paradójicamente, Los Hombres G eran de lo más ‘descafeinado’ y blandito de aquellos tiempos.

Sabina ha dicho en alguna

ocasión que los compositores no son más que los trovadores de su época. Y hasta él, que es un genio indiscutible de nuestra música y un paradigma de ‘hombre liberado’, tiene en su repertorio algún que otro patinazo ‘machista’, que irónicamente se ha convertido en la banda sonora de muchas bodas ‘progres’, como es ‘Contigo’.

He leído estos días que en España, debido a la pandemia, se ha registrado una tendencia, que es común a otros países europeos, en la que los aprobados y las notas en las pruebas de acceso a la Universidad han aumentado considerablemente, porque se ha bajado el nivel de exigencia y porque los contenidos son cada vez más exiguos. Personalmente, creo que es un fenómeno que se extiende más allá de los tiempos del coronavirus, aunque eso ya es harina de otro costal.

Aunque puede que quizás sea eso lo que está detrás de este sin sentido de volverse locos durante días porque el contenido o los ‘calificativos’ de una canción de hace cuatro décadas no se ajusten a los avances sociales o a lo que se considera aceptable en la actualidad.

Aprendan a leer, niños y niñas. No a poner letras juntas, sino a comprender e interpretar el significado más allá del texto en cuestión. Estudien Historia y Literatura. Sólo así podrán apreciar el hecho de que nos lleguen intactas, sin censuras ni adaptaciones, las obras de otra época. Para aprender de los errores pasados y valorar lo que tenemos.

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