Opinión | En corto
Sin rebelión en la granja
Hu Jintao era un animal enfermo. Un dinosaurio de la raza de Deng Xiaoping, que extirpó el sectarismo ideológico maoísta e instauró en China un modelo económico «liberal» de evidente éxito. Los vientos ahora son otros, el capitalismo ha generado corrupción y pérdida de control político. En eso consiste la enfermedad de Hu, que debía ser sacado del inmenso cercado sin ninguna violencia, prestando un último servicio al Partido, ser ejemplo plástico del buen orden en la hacienda. Su muy visible enfermedad política –ni un gesto de apoyo de los que fueron sus fieles– y la salud pletórica del superlíder Xi son dos caras de la misma moneda. Los hombres de orden que lo extrajeron del XX Congreso del Partido Comunista Chino, con mascarilla y el mismo uniforme de empleado de banca que todos, apenas han tenido que hacer fuerza, mostrando al mundo que en la granja no hay rebelión posible.
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