Diario de Ibiza

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César Navarro

El laberinto de polvo de Isidor Macabich

Muy pocos ciudadanos apoyan sin fisuras la reforma de la avenida de Isidor Macabich. Me incluyo entre quienes consideran que era necesaria porque el interés general está por encima del particular y porque la anterior vía, incluidos los árboles (no entiendo esa defensa a ultranza de unos ejemplares que estaban o muertos o enfermos terminales), era un churro monumental. Pero con matices. El primero, que muchos de los comerciantes de esta céntrica vía no podrán aguantar un año más, tras la pandemia, viendo cómo merman sus ingresos. Para ellos hay ayudas pero parece que no son suficientes. El Ayuntamiento debe hacer un esfuerzo para evitar que tengan que echar el cierre, cueste lo que cueste. También se podrían haber programado las obras de otra manera, tal vez en varios inviernos, pero no conozco los detalles para opinar con solvencia. Sí agradezco a la empresa que ejecuta los trabajos que haga un poco más divertido el crudo invierno que se avecina. Qué destreza la de sus operarios para cambiar prácticamente a diario los viales vallados para los peatones. Ayer mismo recorrí una veintena de metros de uno de ellos y acabé encerrado, sin poder salir. Es un laberinto cambiante, una carrera de obstáculos rodeada de polvo que lleva de cráneo a los peatones.

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