Diario de Ibiza

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valentin villagrasa

Desde de Mola

Valentín Villagrasa

Veranillo de San Miguel

El otoño en esta isla, más localizado en Sant Francesc, no lo marca la súbita bajada de temperaturas (14 grados de mínima) que con viento de levante te parecen menos. Y nos ha pillado bajos de forma después de un verano de temperaturas de justicia. El fin de semana las indumentarias ya eran diferentes. De las espaldas al aire hemos pasado a una cazadora tejana, alguna que otra “chupa” a la moda o algún polar fino de quita y pon. El cambio se produce cuando los niños vuelven al cole y a las costumbres diarias que condicionan nuestro paisaje urbano. Por la mañana los ves a eso de casi las nueve, con cara de pocos amigos (sueño interrumpido) saludando al o la policía local que cuida de la seguridad del trayecto. Padres y madres con cierta sensación de liberación (dónde se desayuna hoy). Alboroto controlado a la entrada y antes de ir a clase. Rutinas divertidas y risas o lágrimas con los amigos (los de ayer o los nuevos). Todo en orden, que dirían los abuelos, algunos madrugadores y otros en función de mediodía con comida incluida (los horarios laborales de los papis marcan algunas jubilaciones).

Por la tarde ya es otoño cuando la plaza, de aquí o de allá, se llena de niños juagando a todo (el patinete encabeza el ranquing). Decibelios al límite, pero de esos que no molestan. Algún grito de susto sin más trascendencia que un instante perdido en la conversación de bar. Unas carreras de los debutantes y primeros cursos en el instituto. Todos con la vista puesta en el skate. Te das cuenta de las caras de inocencia primeriza o la picardía de algunos veteranos en estas lides. Parece una “mani” de jolgorio y no de reivindicación donde se cruzan ya miradas de complicidad. Pasamos del “no te ajunto” a “mándame un wasap” al móvil de cumpleaños. Cuando esto sucede te retrotraes a un abuelito cebolleta y recuerdas aquellos mensajes en papel, que no por su cortedad dejaban de ser una declaración de amor en toda regla. Consecuencias de la tecnología. Estamos en estas cuando un señor que sabe de vinos me comenta en pleno aeropuerto de Barcelona la gravedad del problema de las palomas que han acabado con una parte sustancial de la cosecha de uva para “vino payés”. O se toman medidas (aplicarse el cuento amigos del Consell) o se acaba este producto de profunda raíz en la isla… No valen medias tintas o jueves y domingos. Los lunes también hay palomas.

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