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Pilar Garcés

Meloni, una derrota de género

Otra mujer ha perdido la oportunidad de ser la primera ministra en la historia de la República Italiana porque dicho honor corresponderá para siempre a Giorgia Meloni. Pero quién es Giorgia Meloni, se preguntaban con insistencia los analistas políticos cuando las encuestas y vaticinios presentaban como una realidad el triunfo de la candidata de Hermanos de Italia en las pasadas elecciones. Una mujer, contestaba ella siempre en primer lugar. Y luego una madre, una cristiana, una italiana, una patriota, etiquetas en este orden o en otro dependiendo de la composición del público. No una ultraderechista, una neofascista, una antieuropeísta, una racista, una política profesional con magra experiencia de gestión y menos compasión. Así que ha ganado una mujer cuyo discurso de reacción (ya veremos si pasa a la acción) compromete los logros hacia la igualdad de sus congéneres, porque habla con desprecio del feminismo y las leyes que de él emanan. Ha prometido erradicar los avances que le han permitido a ella crecer en política y vivir de la política, gracias al apoyo de votantes hartos de politiqueo. Hay una derrota de género en su victoria, el género femenino no está de celebración. Han funcionado sus soluciones simplistas y maniqueas a problemas complejos, los eslóganes sobre la familia «natural» en oposición a la diversidad, moralina de subidón rápido como bebidas energéticas. Quién teme a una mujer. Un porcentaje mayoritario del electorado no la ha percibido como una amenaza, al contrario, ha confiado en que la institucionalidad le suavizará las aristas y sabrá representar al país. Una mujer ha sido el caballo de Troya que permitirá el desembarco de las ideas ultras en el ejecutivo italiano este siglo, convirtiendo en cierto el peligro que se creía residual de la resurrección de los principios de Mussolini, su ídolo de juventud. La ministra más joven (otro hito) nombrada por Silvio Berlusconi a los 31 años encarna sin embargo la alternativa a la casta de los partidos a los que se percibe desconectados del descontento social. Es una mujer, pero es un Hermano de Italia, cobrando dinero público, pero con un discurso antisistema contra la enemiga Europa. Un perfil nuevo para tiempos inciertos de liderazgos efervescentes.

Se puede resaltar la obviedad de que Giorgia Meloni será la primera mujer en gobernar Italia porque las demás formaciones han presentado señores, a derecha e izquierda. Los partidos tradicionales con discurso igualitario pero impermeables al talento femenino en sus cuadros de mando no han sido la respuesta, si es que había alguna pregunta, y no una mera sensación creciente de malestar que solo se cura con un buen corte de mangas.

Ha ganado una mujer, algo tendrá que ver su sexo en la elección. Lástima que sea precisamente esta mujer. Por estos pagos, dos hombres se disputan el poder en una feliz vuelta al bipartidismo, creen ellos, con la derecha radical en sus propias batallas y presuntamente domesticada en pactos autonómicos que ya no parecen sonrojar a nadie. Hay una candidata en construcción con una tarea al menos tan improbable como la que acaba de culminar con éxito Meloni. Porque Yolanda Díaz no solo ha de canalizar el desánimo provocado por una conjunción de crisis en las que tiene responsabilidad por formar parte del Gobierno, sino que a la vez debería generar entusiasmo para un futuro diferente. Sorber y soplar a un tiempo.

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