Diario de Ibiza

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Alicia Reina Escandell

La misión

Escribo este artículo mientras de fondo escucho la banda sonora de ‘La Misión’ compuesta por el magnífico genio, ya desaparecido, Ennio Morricone. Una obra de arte que conmueve el alma y que combina, con extraordinaria belleza y gran maestría, corales litúrgicas, tambores nativos, y una serie de instrumentos que representan a diferentes culturas y etnias que aparecen en el film.

Solo la música, bien escogida, es capaz de amansar a las fieras e inspirar al que quiere escuchar y a la que ahora escribe. Mientras, cierro los ojos, echo la vista atrás, y vuelven a mi memoria muchos recuerdos. Entre ellos, todo lo vivido en estos últimos dos años de pandemia. Los momentos difíciles y extraños que nos han tocado vivir. La incertidumbre y el desasosiego. Las colas del hambre en Cáritas... La pesadumbre que borraba nuestras sonrisas mientras transitábamos por este arduo camino. Conservemos, para siempre, estos recuerdos y esta experiencia en nuestra memoria y aprendamos de lo vivido, para no caer en la tentación de renegar del turismo.

Esta temporada, intensa y complicada en todos los sentidos, hemos vuelto a ser testigos de este trasiego de viajeros que nos han visitado. Cientos de turistas, pudiendo escoger otros muchos destinos, nos han escogido a nosotros y hemos vuelto a contemplar, algunos con lágrimas en los ojos, cómo el turismo volvía a la isla porque ‘La Misión’ era salir adelante, resurgir de nuestras cenizas y volver a generar empleo y riqueza.

De nuevo el sector ha sabido reinventarse y acomodarse con intuición a las nuevas circunstancias: la falta de personal cualificado, la inflación, la reforma de la Ley Turística y las mil y una normativas que se nos aplican… Hemos trabajado hasta la extenuación, y no ha acabado la temporada y ya tenemos la mirada puesta hacia el futuro, hacia la temporada que viene. Las estrategias del pasado no han servido para el presente, ni las del presente servirán para el futuro que nos espera, que desconocemos por completo. Los retos que se nos plantean cara al 2023, no son sencillos de resolver. Sobre todo, cuando tenemos grandes destinos competidores, que luchan, como nosotros, para captar la atención del consumidor cada vez más exigente, impaciente e hiperconectado a la tecnología.

Hoy la temporada, o lo que queda de ella, ya está dando sus últimos coletazos. Huele a otoño invernal por las calles y, no queda el menor atisbo del aroma a bronceador que inundaba las playas y rincones más turísticos de las islas. Como cada año, nos disponemos a hibernar, mientras afloran sentimientos encontrados, la tristeza por el fin de la temporada y la alegría por haber llegado hasta la meta. Conviene aprovechar este efímero descanso para analizar lo sucedido, para no volver a cometer los mismos errores y para volver con energías renovadas y con más inteligencia. Todos debemos poner nuestro modesto talento al servicio de la búsqueda de soluciones a los problemas ya vividos. Es también momento de dar las gracias a todos y cada uno de los que han hecho posible que ‘La Misión’ llegara a buen puerto. Gracias a los viajeros. Gracias a los ibicencos. Gracias incluso, a los que nos han puesto palos en las ruedas, porque nos han hecho más fuertes. Y gracias, sobre todo y ante todo, a nuestra gente, a nuestras familias que por la vorágine del verano hemos desatendido, y a nuestros trabajadores que han hecho posible lo imposible.

«A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa: la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier circunstancia» (Viktor Frankl).

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