Diario de Ibiza

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Miguel Ángel González

Desde la marina

Miguel Ángel González

Desalmados

Lo leímos en estas páginas, hace sólo unos días. En Sant Antoni, dos individuos tiran al suelo a un bebé y a su madre para robarle el bolso. Cafres de la peor especie. Después, se comprueba que los autores de la salvajada son dos conocidos delincuentes habituales, con numerosas detenciones por hechos similares, lo que significa que estos elementos, las más de las veces, tras sus fechorías, han salido en libertad con cargos. Me pregunto ante tales hechos qué podemos pensar a pie de calle de la ley y de quienes la administran. No podemos dudar, y no dudamos –la situación en otro caso sería gravísima- que la judicatura cumple su cometido a rajatabla con los códigos que rigen en tales casos, pero es inevitable pensar que nos quedamos cortos y que, en muchos aspectos, la actual legislación nos deja con el culo al aire, en una manifiesta indefensión. Cabe esperar que el uso de la violencia, en este caso, pase a mayores y, por así decirlo, les levante ampollas.

No se entiende que estas malas bestias, siendo reincidentes, campen a sus anchas. Es inevitable pensar, repito, que en muchos casos, la ley no nos protege como debería.

No se insiste suficientemente en las penas que deberían aplicarse a estos personajes que reinciden una y otra vez en sus animaladas. Es difícil entender que individuos con 24 y 28 años tengan la desfachatez de atacar con violencia a una madre y a su bebé. ¿Quién puede dudar de que son un peligro público? ¿Se imaginan que el accidente hubiera perjudicado la vida del pequeño? Y sin embargo, a estos salvajes, a pesar de estar identificados, la ley nos obliga a calificarlos de ‘presuntos’, para no estigmatizarlos –nos dicen, protegiéndolos- mientras están bajo investigación. Nos equivocamos. En estos casos, de ‘presuntos’ nada. Los hechos cantan. Esperemos que no se salgan de rositas.

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