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valentin villagrasa

desde la mola

Valentín Villagrasa

Hotel a coste 0

Hablábamos la semana pasada de los ‘okupas’ de familia. Un espécimen que suele mostrarse los meses de verano mendigando unos días de descanso en ‘tu’ casa de Formentera. Al grito de «echamos unos colchones en el suelo» (suelen ser colchonetas de playa) dejan sin sentido lo de «no tengo sitio». Allá que vienen, hijos, hermanos (cuñados incluidos) sobrinos, la madre de ‘mi señora’ (no se va a quedar sola en la ciudad) y algunos con las mascotas incluidas… «Puede jugar con tu perro», dicen. Muchos tienen en cuenta que una visita de más de dos noches, tres días, se convierte en un incordio (son los menos). Otros llegan sin billete de vuelta, lo que complica la vida al residente (incluso te hacen sentir culpable por no atenderlos adecuadamente). Hasta tal punto llega esta invasión que una amiga, entrada en años, me contaba que agosto fue «la ciudad y los nietos» y ahora abandona la casa porque llega la hija con cinco amigas en unas vacaciones ‘de chicas’. Otra señora, sin remordimiento alguno, se tomó una birra, en paz y tranquilidad, el día que la familia (nietos incluidos) regresaron a su residencia habitual para preparar la vuelta al cole (en su fuero interno pedía que adelantaran el comienzo de las clases).

Es lo que se conoce como ‘hotel a coste 0’ porque todo sale de la tarjeta del abuelo o abuela resignados a su prole.

La otra parte, son los acampados. Colectivo del que desconocía su existencia (válgame la ignorancia del escribidor). Y de quienes he tenido puntual conocimiento a través de una señorita, porteña por más señas, que en un relato con parte de lunfardo (jerga de delincuentes que se desarrolló principalmente en Buenos Aires a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Incorporada a muchas de las letras de los tangos más famosos) me cuenta que hay jóvenes (mayores lo desconozco) que acampan con una de esas hamacas caribeñas entre árboles, para tener hotel a coste 0 o para salir de las casas ‘patera’ donde por el módico precio de 300 euros te corresponde una cama en el comedor o litera en habitación de tres. A uno (superada la extrañeza) se le antoja a los huidos del sheriff de Nottingham en el bosque de Sherwood. El imaginario no tiene límites. Mi curiosidad me llevó a preguntar por la higiene personal del acampado. Pensando en los viejos tiempos donde te duchabas martes, jueves y domingo (fiesta de guardar) o con ducha (tipo cubo) improvisada donde te pille.

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