Diario de Ibiza

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Fernando de lama

Siempre Bechtold

Alguien me dijo cuando empezaba en esto del periodismo que los artistas más grandes eran siempre los más humildes. Con el tiempo he aprendido que no es cierto, que el tamaño del ego no va en función del talento y que hay artistas grandes, medianos y pequeños muy humildes y muy soberbios y mediopensionistas también. Pero si hay uno en el que se cumplía esa máxima era en Erwin Bechtold, que nos dejó la semana pasada y que se mantuvo vital, activo y trabajando casi hasta el final. Conocí a Bechtold en 2005. Se habían programado una serie de exposiciones por su 80 aniversario y le pedí una entrevista. Admiraba su obra, pero no sabía lo que me iba a encontrar cuando me citó en su casa de Sant Carles. Las dudas se despejaron rápido. Bechtold me esperaba fuera de la casa para tenderme la mano con una enorme sonrisa. En el interior esperaba su esposa, Christina, con una cafetera recién hecha y un plato de orelletes en la mesa. La entrevista duró casi dos horas en las que no eludió ningún tema. Después me enseñó la casa y sus estudios y posó con paciencia y sin afectación para mi cámara. Desde entonces siempre me trató como a un amigo y me dio esos apabullantes abrazos suyos. Siempre elocuente, siempre humilde, siempre cariñoso con todos, siempre Bechtold...

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