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José Miguel L. Romero

Un carril bici que «nace muerto»

El Consell anunciaba a finales de agosto la loable pero carísima (4,8 millones de euros) apuesta por construir un carril bici entre Sant Antoni y Cala Salada. Es como empezar a construir la casa por el tejado. Tal como defiende la plataforma A Vila en Bici, con ese dineral «se podría crear una extensísima red de carriles que uniese barrios como Can Bonet, ses Païsses, sa Serra y sa Plana entre ellos y con el pueblo de Sant Antoni». Sería «una red conexa, de uso sencillo, sin desnivel, y una alternativa real al uso del coche tanto para padres como para jóvenes en sus desplazamientos habituales», lo cual no ocurre con la proyectada hasta Cala Salada. Conectar esas tres barriadas permitiría, por ejemplo, acudir al CEIP Sant Antoni o al instituto Sa Serra en bici o en patinete, este cada vez más usado y cada vez más común en nuestras carreteras, con el consiguiente peligro que eso supone, además de estar prohibido. En A Vila en Bici recuerdan lo que es obvio: «Quien haya pensado que desde Sant Antoni hasta Cala Salada se puede ir en bici habitualmente es que jamás lo ha probado. Los desniveles y pendientes hacen que este proyecto nazca muerto, y solo da alas a quienes piensan que los carriles bici son inútiles».

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