Las grandes capitales succionan población al territorio del que son cabeza, las ciudades al suyo, los pueblos a las aldeas. Se trata de un proceso vampiriforme de geometría fractal, que se reproduce a todas las escalas, frente al que no caben soluciones parceladas o puntuales.
Se suprimen servicios públicos, concesionales y privados por falta de gente a la que prestarlos, mientras la gente se marcha a los lugares en los que se concentra la mejor oferta de servicios públicos, concesionales y privados, en una espiral en la que cada efecto realimenta la causa.
¿Cómo se puede cortar esta sangría, esta desecación de todas las periferias en favor de su centro respectivo, si en el centro del centro no solo se concentra el poder económico, político y mediático sino que el incesante flujo de sangre vampírica le garantiza un éxito que falazmente se pone luego de ejemplo a los vampirizados?
