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valentin villagrasa

desde la mola

Valentín Villagrasa

La ciudad de los nómadas

La dirección y la velocidad del viento marcan la situación de la ciudad de los nómadas en la costa de Formentera. Una, la de ses Illetes y otra, la de Cala Saona permanecen fijas desde la aparición de los primeros barcos en nuestra costa… los mismos o diferentes, el número de atraques varía muy poco. La ciudad nómada de es Caló o esporádicamente la de Migjorn cambian según sopla el viento. El denominador común es un paisaje atractivo durante la luz del día, yates (de los ricos o alquilados por medipensionistas con ínfulas, o por algún personaje de los sálvames televisivos), veleros de tamaños según la cuenta corriente del propietario (algunos con nombres conocidos entre los conocedores), motoras con camarote incluido o de un simple paseo desde Ibiza, motos de agua que ponen en riesgo a los paddle surf, ¿ha visto usted deporte con menos adrenalina? Toda una variedad plástica para la foto de rigor. Por la noche, a partir del solpost, la fisonomía de es Caló cambia por completo y un sinfín de luces en el mar configuran esa ciudad de los nómadas y alarga el pueblo hasta un infinito misterioso. A pesar de la oscuridad el colorido no es uniforme (todo blanco efecto frío, o anaranjado efecto cálido) aparecen los verdes, azules y rojos (colorados para algunos). Como la imaginación del ser humano es libre, aunque vivas encorsetado por el qué dirán y especialmente por lo que digan de ti en las redes sociales (por favor pase de mí el cáliz de influencers e instagramers) te suena en el picú (tocadiscos a la antigua o lenguaje de pueblo con pasodoble incluido) que todos llevamos dentro a edades pretéritas; esa maravillosa canción que Sabina escribió para una Magdalena de hoy aunque salía en el nuevo testamento de ayer. Allí proliferan los verdes, rojos y amarillos para anunciarnos un paraíso de amores fingidos. Hasta tal punto te atrae lo que encierra un mundo ajeno, pero que está ahí a un simple tiro de piedra, que te paras, bajas hasta el Mollet de es Caló y construyes historias, incluso de las de «para no dormir» de Chicho Ibáñez Serrador. Porque a lo mejor mañana cuando despiertes del sueño o de tus sueños el viento ha virado a levante y aquella ciudad de los nómadas no está donde estaba y tendrás que buscarla en otros lugares a poco más de un kilómetro de campo a través.

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