Diario de Ibiza

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Prats, Xescu

Y ahora en helicóptero…

En esta deriva vergonzosa del segmento turístico del lujo, que desnaturaliza Ibiza a pasos agigantados y la convierte en epicentro mundial del despilfarro insensato, el premio del verano se lo lleva el nuevo servicio de helicóptero que ha implantado un beach club de ses Salines. El anuncio no tiene desperdicio y hemos podido verlo en las redes sociales de una empresa de helicópteros que opera por todo el país.

El servicio se promociona con un vídeo protagonizado por unos ejecutivos de Barcelona, que necesitan tomarse un descanso. «¿Y si pudieras parar, congelar el tiempo por un momento? ¿Te imaginas el sabor del paraíso? ¿Y si pudieras probarlo ahora mismo?», dice el anuncio. Entonces, se suben a un lujoso todoterreno rotulado con la marca de este beach club, lanzan la americana por la ventanilla y se dirigen al puerto de Barcelona. Allí les aguarda un helicóptero rotulado con el mismo logotipo, que a su vez los traslada a Ibiza, en un viaje de hora y veinte minutos.

Desconozco dónde está situado el lugar del aterrizaje, pero el vídeo da a entender que muy cerca del establecimiento. El enclave en todo caso, es un punto cercano a un bosque de pinos, en mitad de un campo de algarrobos, donde otro vehículo les transporta en un visto y no visto al establecimiento. Una vez ahí, lo previsible: fiesta, baile, djs, cachimbas, montones de chicas en bikini y palmetazo en el culo a una de ellas, para que la nota machista no falte. El paraíso, en definitiva.

Más allá del derroche y la contaminación que implica fletar un helicóptero para tres pasajeros, cuando el avión de línea hace el trayecto en menos tiempo, nos queda la duda de si el terreno donde toma tierra está dentro del Parque Natural de ses Salines, porque si eso se hubiese autorizado, ya resultaría extraordinariamente grave. En Ibiza, para que cuatro privilegiados se lo lleven crudo, nos hemos empeñado en convertir unas cosas en otras cuando no era necesario. Un campo es un campo y no un helipuerto, y un chiringuito de playa ídem, y no una discoteca. Pero persistiremos en el error hasta el infinito.

El establecimiento que ofrece este servicio también anuncia en su página web una goleta antigua que alquila por días como chárter y que te lleva desde su local de ses Salines a otro que tienen en Formentera. Si la publicidad no es engañosa (y además comparten imágenes del barco fondeado frente a la playa ibicenca), estamos ante otro de los muchos barcos que operan como chárter en la orilla de ses Salines, trajinando clientes con sus neumáticas auxiliares, cuando se trata de una actividad prohibida en el Parque Natural.

Los empresarios que operan en ses Salines y sus alrededores se han empeñado en asediar y desnaturalizar nuestro más valioso territorio protegido, y las administraciones que deberían impedírselo, a veces parecen mirar para otro lado. Es un verdadero escándalo y cada año que pasa vamos a peor. La zona, sin género de dudas, es donde se llevan a cabo las actividades más ruidosas de la isla, a pesar de la importancia que este humedal tiene para las aves y también para la cultura y el patrimonio ibicencos.

Dentro del área del Parque Natural, que abarca desde la playa des Jondal hasta el final de Platja d’en Bossa, al pie de la torre des Carregador, se aglutinan algunos de los beach clubs más ruidosos de Ibiza y se les permite, aunque sea área protegida. La playa de ses Salines es un mercado ambulante y un fondeadero de chárter. La empresa que explota las salinas ha convertido innumerables almacenes y otras infraestructuras antiguas en apartamentos de alquiler, y algunos particulares han llenado los montes de viviendas y cabañas ilegales. Aunque algunas se van a acabar desmantelando, otras permanecerán. Los niveles de saturación en las playas son extraordinarios y hay coches que circulan por el parque haciendo rally. Ya solo nos faltaban helicópteros.

Algunos empresarios con intereses muy evidentes nos han vendido el turismo del lujo y la manga ancha que conlleva como la gran panacea que elevaría a Ibiza a un nuevo nivel como destino turístico. Y así ha sido. Los negocios más singulares acaban siendo adquiridos por empresas foráneas y fondos de inversión, que además están comprando casas y pisos familiares a mansalva, incrementando el grave problema de vivienda que padece la isla y que antes del lujo no teníamos.

Este turismo de derroche desaforado, cuyo beneficio se evapora al acabar la temporada y nos llena la isla de impresentables, es la mayor trampa en la que hemos caído los ibicencos. Vale que nos estamos vendiendo al mejor postor y descapitalizándonos a marchas forzadas, ¿pero nadie piensa imponer los más elementales límites? Las redes sociales están saturadas de comentarios de ibicencos indignados ante estos desmanes. Y todos ellos votan.

@xescuprats

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