Diario de Ibiza

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César Navarro

Histerismo en el mar

u Pasar una mañana fondeado en ses Illetes rompe los esquemas de cualquier ateo: acabas convencido de que alguno de los dioses que hemos creado los humanos existe. Sales de allí haciéndote cruces y pensando en cómo es posible que no haya más accidentes mortales en el mar. Vamos a hundimiento casi diario, una cifra asombrosamente baja, pero lo raro es que no se produzcan más siniestros cuando son pocos (para estigma de los profesionales de verdad, que ninguna culpa tienen) los que respetan la normativa que rige para la navegación. Y muchos los que se dejan el sentido común en tierra no sé si jaleados por el jodido postureo (cuánto mal están haciendo las redes sociales). Motos acuáticas y artilugios varios y cada vez más raros a velocidades de vértigo sorteando bañistas; borrachos saltando y bailando con la música a toda castaña en proa o popa, qué más da; gente que no ha visto el mar en su vida alegremente al timón de una pequeña lanchita, desafiando a quien se le ponga por delante. La náutica recreativa es un sector importante, esencial. Emplea a mucha gente y genera riqueza. Pero al igual que el tráfico en carretera, creo que se ha descontrolado. No me vale que todo vale. No me da la gana. La seguridad de las personas y el interés general están por encima de todo.

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