Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

CAT

El derecho a cargarse el planeta

Nos piden que bajemos el aire acondicionado, que se cierren las puertas de los comercios para evitar el derroche energético y que apaguemos luces para reducir el consumo y ya están las patronales llorando porque lo consideran “inviable”, hoteleros diciendo estupideces como que los turistas del norte no pueden vivir con el aire a 27 grados y un gobierno entero amenazando con ir al constitucional por no querer ahorrar energía, como si no tuviera nada mejor que hacer el tribunal que atender las pataletas de quienes creen que cargarse el planeta es un derecho inalienable. Porque, efectivamente, detrás de tanto lloriqueo hay un espíritu autodenominado liberal que considera que su derecho a hacer lo que le venga en gana está por encima de una emergencia climática que está destruyendo el mundo.

Formentera ha alcanzado la temperatura más alta que se ha registrado jamás en las Pitiusas, 44.5 grados. A 15 metros de profundidad, en nuestro litoral, el ordenador de buceo marca 29 grados, y eso viene a ser un incendio en el mar. Todo esto puede tener –tendrá– consecuencias dramáticas y, por supuesto, negar que es consecuencia de la crisis climática ya es hacer el idiota y no voy ni a explicarlo.

Esta es la situación. Y nos piden que pongamos algo de nuestra parte –algo que, por cierto no parece un sacrificio como si dijeramos hacerse la circuncisión sin anestesia– pero no, claro que no, había que ponerse liberal. Es ese mismo espíritu de todos los que pretenden seguir llenando las islas hasta que exploten por sus costuras, los que consideran una buena noticia el aumento de turistas sin querer ver lo que sufren nuestros espacios naturales, cuya conservación es hoy más necesaria que nunca. Es el espíritu de empresarios, hoteleros de Balears y quejicas varios que lloran porque no tienen espacio para seguir creciendo, que quieren más polígonos y más turistas y que se quejan si a alguna administración le da por pensar en el bien común y proteger el medio ambiente por encima de su derecho a ganar dinero. Porque, al parecer, proteger el medio ambiente solo es liberal si da dinero, mucho dinero, y no se han dado cuenta de que el gran valor turístico de las islas empieza en unas praderas de posidonia cuya destrucción están fomentando por pura codicia y que, por cierto, no resistirán temperaturas continuas de 29 grados. Ser codicioso resulta que sí es de liberales. También.

Luego viene, para rematar el lloriqueo, el tema de las ayudas, que, sinceramente, si no tienes pasta para acondicionar tu local y no derrochar energía igual deberías reconocer ya que es que tu negocio no funciona. No hace falta ser contable para verlo. Que, a ver, no te piden que instales una puerta en cristal de Murano de color verde antracita con apliques de oro, solo te están pidiendo lo que tú deberías haber hecho ya sin necesidad de que tuviera que venir ningún gobierno a decírtelo y sin necesidad de que nadie te pague una puerta. Porque eso sí, lo que tienen todos estos liberales es que no les gusta nada que las instituciones les obligen a tomar medidas para el bien común o que les prohíban algo, pero no se les cae el carnet al suelo si de lo que se trata es de recibir ayuda económica de papa Estado.

A menudo una se pregunta si es que son todos negacionistas, si el problema es que no creen en el cambio climático y por eso se oponen a cualquier medida que les haga reducir un mínimo ese estado del bienestar al que creen que tienen derecho arda lo que arda. Y cuidado, que también hablo de esos trabajadores que, cuando se va el jefe, bajan el aire mientras proclaman riendo ‘¡que se joda Pedro Sánchez!’ y lo cuelgan en las redes. Y es probable que algunos –trabajadores y empresarios– sean negacionistas, sí, porque la ignorancia no está reñida con el liberalismo, faltaría más, que no hay que privarse tampoco del derecho a ser un garrulo. Pero al final está claro que el problema no es la negación del cambio climático, es algo más.

Y sí, sí, lo sé, contaminan más los millonarios –esos que usan jets para ir a pinchar música de mierda o los familiares de los mandamases de Qatar que quieren darse un garbeo por Ibiza– pero eso no debe hacernos olvidar nuestra responsabilidad individual. ¿De verdad no podéis aportar a la causa cosas tan sencillas, tan básicas, como poner el aire acondicionado a 27 grados ni tener la puñetera puerta cerrada sin tener que poneros histéricos? ¿De verdad no podéis apagar luces sin montar un pollo? No logro entender vuestro liberalismo porque, al parecer, la libertad de cargarse el planeta es, para vosotros, un derecho fundamental, aunque a todas luces –cuestión de luces– entre en conflicto con algunos de los derechos fundamentales que constan en cualquier constitución. ¿Qué demonios os pasa?

Quizás nunca lleguéis a aceptar vuestra responsabilidad pero, y para aclarar al menos los conceptos, a lo que vosotros llamáis ser liberal –y ya me perdonaréis que os corrija (o no)– se llama en realidad ser un malcriado.

Cristina Amanda Tur | Directora del Nautilus de IB3 ràdio 

Compartir el artículo

stats