Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Creo que no cabe duda de que en nuestra sociedad hay algo que no funciona. Cada día aparecen más métodos que ponen de manifiesto la vulnerabilidad de la vida, nuevas maneras de ejercer miedo y terror a nuestro alrededor. Si es cierto que ya hace tiempo que somos víctimas de pinchazos, ahora aparece una nueva manera de agredir a las mujeres que quieren salir a divertirse o simplemente a pasar una velada agradable con su grupo de amigos o amigas.

Las instituciones rápidamente han escrito un protocolo de actuación para las fuerzas y cuerpos de seguridad, para los hospitales y servicios de urgencias. Un protocolo para unos colectivos que llevan siendo, ellos mismos, víctimas de pinchazos. Colectivos que no pueden llevar a cabo su labor por que se ven desbordados por la falta de personal. Desbordados, al menos en nuestras islas, por la cantidad de gente que nos visita y que multiplica por mucho la capacidad que tenemos de dar un buen servicio y una seguridad necesaria.

Nuestra sociedad está pinchando por muchos lados. Pinchamos a la hora de dar una respuesta al respeto y cuidado de nuestro entorno. Pinchamos al no poder dar una solución a la gente que deambula por nuestras calles sin un sitio donde pernoctar, donde poder vivir de manera digna. Cada día son más los casos que las instituciones públicas y entidades como Cáritas, Cruz Roja y muchas más intentan dar respuestas, como tiritas a ‘pinchazos’ que revientan continuamente un estado de bienestar que se diluye.

¿Cómo concienciar que esto es tarea de todos? ¿Cómo ayudar a educar para que dejemos de ensuciar, agredir, destrozar, gastar de manera convulsiva?

Los protocolos son necesarios, sí, pero dar medios para poderlos llevar a termino más todavía. Y educar para prevenir, todavía más. Necesitamos una sociedad más implicada en una tarea que es común.

Debemos, entre todos, atajar el individualismo reinante. Otra manera de vivir pensando no solo en uno mismo es posible, y no solo es posible, es necesaria, para el bien de nuestro planeta, para el bien de nuestra ‘casa común’, para el bien de tantos pueblos que sufren los desastres de la guerra y la desigualdad, para nuestras familias y para nosotros mismo. Sino es así continuaremos pinchando.

Compartir el artículo

stats