Diario de Ibiza

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Miguel Ángel González

desde la marina

Miguel Ángel González

Retro-progresión

El título no es mío. Salvador Pániker lo utiliza en ‘Asimetrías’, un ensayo especialmente aconsejable en estos tiempos invertebrados. Lo recojo como modesto homenaje al autor ya fallecido que, por cierto, tuvo casa en Ibiza y conocía bien las entretelas de nuestra alterada realidad, un mundo mutante en el que sus reflexiones son ahora especialmente clarificadoras. Al tiempo que nos advierte de los riesgos que conlleva una situación dislocada como la nuestra, la retro-progresión que Pániker defiende nos advierte sobre la necesidad de reconducirla. Retro-progresión significa lo que la palabra sugiere: progresar desde el origen, avanzar sin olvidar de dónde venimos, conciliar infancia y madurez. Significa que olvidar el propio pasado es una forma de suicidio. Es perder la identidad que nos da la memoria. Y ya está sucediendo.

En lugares turísticos como el nuestro, el mayor riesgo que afrontamos y en el que perdemos terreno con celeridad es ignorar lo que nos define y caer en la tela de araña del uniformismo. Hoy es una cuestión determinante saber qué nos conviene preservar del ayer y qué otras cosas, por accesorias, podemos tirar por la borda.

Un buen ejemplo –hay muchos otros- lo tenemos en nuestra arquitectura. Sert, Bröner, Blakstad, Rothier, Elías Torres, Salvador Roig y muchos otros, nos han demostrado que las casas pueden incorporar todas las comodidades exigibles sin distorsionar los parámetros de la edilicia pitiusa, incontestable arquetipo de la arquitectura mediterránea. Es lo que deberíamos hacer en todo lo que define nuestras señas de identidad, impedir que todo el pasado se diluya o, en el mejor de los casos, quede reducido a un muestrario etnológico y arqueológico para turistas.

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