Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Prats, Xescu

Ibiza, chapuzas S. A.

Siempre que conduzco desde Sant Josep hacia Cala Tarida, algo que en verano ocurre a menudo, y llego a la primera rotonda que deriva a los conductores hacia dicha playa o la carretera de Cala Vedella, no puedo evitar sentir cierta indignación por la chapuza que allí aguarda a plena vista, desde hace ya unos cuantos años. A mi modo de ver, constituye otra ilustrativa metáfora del frecuente gatillazo en que incurre la obra pública en Ibiza.

Es probable que los que hacen a menudo este trayecto experimenten la misma sensación de impotencia. Justo antes de la rotonda, en mitad de la calzada, hay una isleta sobre la que se ha instalado una fila de contenedores de basura, de tal forma que el conductor que se acerca a la rotonda pierda toda la visibilidad y desconoce si le van a venir coches por la izquierda. El despropósito en materia de seguridad vial es mayúsculo, por no hablar de una solución estética que implica colocar basura en mitad de una carretera.

Estos días, la inexplicable chapuza se ha reproducido con el famoso toldo instalado en el puerto de Ibiza para proporcionar sombra y alivio a los turistas que esperan taxi al sol, a veces durante más de una hora. Imagino que se ha tenido que solucionar el problema de urgencia y se ha confiado en una empresa que instala toldos y que, sin embargo, es incapaz de calcular dónde está la sombra en cada momento. El caso es que la lona elegida es tan alta y estrecha que por la mañana solo proporciona penumbra a los coches que circulan por la avenida. Suponemos que el adjudicatario corregirá el error, pero, mientras tanto, los turistas se nos siguen achicharrando.

Los niveles más asombrosos de chapuza, sin embargo, los seguimos detectando en el aeropuerto, un maná que no tiene fin. Allí ya tendrían que haber concluido las obras del parking y comenzado a funcionar con normalidad, en lugar de seguir ejerciendo como epicentro del caos en la isla. Si en la rotonda de Cala Tarida plantan contenedores en mitad de la calzada, en el aeropuerto directamente instalan cafeterías. Tras años de quejas por los atascos, los responsables de AENA por fin se decidieron a ampliar los carriles destinados a los conductores que recogen o dejan a los pasajeros y prosiguen su camino. Apostaron por crear tres vías a tal efecto, pero optaron por la peor solución que se puede concebir. En lugar de situar el aparcamiento rápido del carril de la derecha en línea, como se hace en todos los aeropuertos del país, en Ibiza tuvieron la brillante idea de colocarlo en batería.

La consecuencia de este despropósito es que entre los coches que se detienen en el carril central y los que entran y salen dando marcha atrás del de la derecha, otra vez se colapsan todos los carriles y las colas que se arman a la entrada de la terminal son exactamente las mismas de antaño. En definitiva, tras una larga inversión y las molestias generadas por unas obras interminables, seguimos exactamente igual que estábamos.

Paradójicamente, nunca fue tan fácil dejar o recoger a un pasajero en la terminal que con el aparcamiento provisional ‘Kiss & Go’ que se estableció en la zona este del recinto, cerca del viejo aeropuerto, mientras duraron aquellas obras. A la dirección del aeropuerto de Ibiza habría que recomendarle cambiar de ingenieros o, como mínimo, echar un vistazo a cómo afrontan las reformas en otros aeródromos del país.

En todo caso, me parece inconcebible que dichos responsables actúen con absoluta ceguera, incapaces de asimilar y resolver las disfuncionalidades que ocurren en sus narices a diario. Numerosas empresas de alquiler de vehículos se han situado, desde ya mucho, en el exterior de la terminal, ocupando naves en el entorno del bar La Ponderosa, y muchos usuarios del aeropuerto prefieren entrar a pie para evitar la cola de coches. El resultado es que, todos los días, montones de pasajeros trajinan con sus maletas por las calles de la terminal. En el último tramo, cerca de la salida, no existe una acera para ellos, de forma que acaban ocupando la calzada por la que circulan los coches. Otro peligro público. ¿Cómo es posible que aún no se haya adoptado una solución, cuando hay terreno de sobra para ello y la intervención resultaría sencillísima? Lo del aeropuerto de Ibiza, en definitiva, no tiene nombre.

Por último, permítanme solidarizarme con todos esos vecinos de Cala d’Hort que ven invadidos a diario los accesos a sus casas y la carretera colapsada por la marabunta que acude a hacer botellón al mirador de es Vedrà, con motivo del atardecer. Algunos días han llegado a tardar más de una hora en salir o acceder a sus casas. Para algunos residentes, Ibiza de verdad comienza a ser insoportable.

@xescuprats

Compartir el artículo

stats