Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Emma Riverola

La traición de los propios

Y si Judas no hubiera traicionado a Jesús? ¿Por qué un rico terrateniente iba a venderse por 30 míseras monedas de plata? ¿Y si hubiera sido el más fiel, el más devoto de los apóstoles? Esta es la premisa de ‘Judas’, la última novela que publicó en vida Amos Oz. En ella, el escritor israelí imaginaba a un Judas con una fe tan pétrea que animaba a Jesús a provocar a las autoridades romanas y ser crucificado. Entonces, se obraría el milagro. Su descenso de la cruz sería la prueba irrefutable de que era el hijo de Dios. Su palabra prevalecería sobre todos los credos. Pero no hubo prodigio inmediato. Y Judas, no pudiendo soportar la agonía de su amigo, se suicidaría. Si atendemos a esta premisa novelística, la culpa de la traición planearía sobre Jesús, por haber embaucado a su amigo con una fe errónea.

La traición de los tuyos. ¿Cuánto pesa sentir la felonía o el olvido de los que consideras tuyos? ¿Cómo medir la devastación, cuando la herida se ensarta en los valores más profundos, aquellos que sientes que te identifican? Patria, política, religión o familia. Su ascendencia es más que notable en la definición personal. Especialmente, en la infancia. El padre que humilla al hijo. El cura que abusa del niño. El profesor que se burla del alumno… Las afrentas también apuñalan en la edad adulta, cuando la arbitrariedad se hinca en las creencias. Situaciones de abuso en familias, partidos o instituciones religiosas causan heridas de difícil curación. No es solo el daño ocasionado, es el temblor en los cimientos, la desorientación ideológica, la pérdida de referentes. Abordar el perjuicio es mucho más difícil si no se siente el apoyo de los más próximos.

¿Qué persona destacada de la Iglesia ha dado un paso en firme en defensa de los abusados? ¿Cuántos políticos han callado cuando ha habido un caso de acoso sexual en sus partidos? ¿Cuántas madres han mirado hacia otro lado, ante el maltrato del padre hacia un hijo? De algún modo, también podríamos extrapolarlo a la Catalunya del ‘procés’. ¿Cuántos catalanes se sintieron atacados en su identidad y no encontraron el respaldo que necesitaban de sus vecinos? Las acusaciones de traición volaron a un lado y otro de la trinchera. La herida sigue sangrando.

Compartir el artículo

stats