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José Miguel L. Romero

La imposible caldereta de gato doméstico

Se acabó (de momento) el debate: una langosta viva será el trofeo de la próxima travesía a nado a ses Coves, tras no prosperar en el pasado pleno (había sido retirada en el de junio) la petición de Unidas Podemos, a través de su portavoz, Fernando Gómez, de que los animales sintientes vivos puedan ser premios. El alcalde, Marcos Serra, volvió a recurrir al informe del secretario en el que se asegura que “no se incumple la ley” si al ganador se le entrega ese marisco: “Una cosa es un gato y otra un crustáceo, una langosta. La ley separa los animales sintientes de los que no lo son”, defendió Serra. El alcalde fue más allá: “No creo que la langosta sea un animal sintiente, un crustáceo que se come en caldereta, a la plancha y en paellas”. Y no le falta razón. A un gato o a cualquier otro animal doméstico jamás se nos ocurriría (en este lado del mundo) cocinarlo a la caldereta o a la plancha. Esa es una de las grandes diferencias entre unos seres y otros. De igual manera, ahí está la solución, muy sencilla: si tanto molesta que se dé como premio una langosta viva, se podría entregar muerta, disecada, troceada, a la caldereta, en paella o a la plancha para no herir los sentimientos de (casi) nadie.

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