Diario de Ibiza

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valentin villagrasa

Desde la Mola

Valentín Villagrasa

Folio en blanco

Toca llenar este folio con renglones torcidos (no soy dios, ni nada que se le parezca, dios me libre de tanta responsabilidad) para relatarles una nueva experiencia de ese turismo de “familia Ulises” con suegra y perro pequinés incluidos en el lote. Basta situarse en el puerto de la Savina a eso de… cualquier hora es buena… para ver desembarcar (con todo el derecho legal) una pléyade de señoras, señores, niñas, niños, perritos embolsados y que solo tocar tierra salen a buscar un lugar donde quitarse el estrés de la travesía (la frase la ponen ustedes). Algunos en taxi (me dicen los y las taxistas, dos en concreto de sexo diferente, que los menos). Otros (escasos) con coche alquilado. Los jóvenes e intrépidos en pareja hetero u homo, con moto (así van las carreteras) he de decir que los menos de estos “motorinos” incumplen por “norma” las normas de tránsito, hasta que los pillan (no hay un guardia por cada infractor, lástima) y se les cae el pelo. Pero mientras ellos a la suya, adelantan por la derecha aprovechando el “bidegorri” a la formenterenca.

En la caravana (habitual) de Sant Ferran se pasan por el forro los tiempos de espera, ante la desesperación del taxista con prisa para recoger otro pasaje (lo vi con mis propios ojos, paciencia amigo Albert). Los más buscan el autobús de línea hasta ses Illetes donde “desembarcan” por segunda vez con todos los artilugios (se parecen a mí yendo a la playa con el kit de “garrulo”, que dicen mis hijas). Andando bajo un sol de justicia llegan hasta la arena y hacen su campamento “nómada” hasta las seis o más tarde si han venido desde Denia, el barco sale a las nueve. Sombrilla, silleta para la suegra, nevera modelo ‘Castefa’ años 70, cervezas para el “cuñao” (nunca las encuentra a su gusto). ¿A que lo están viendo? Pues es real y no fruto de su imaginación. Por eso a las once no queda un sitio donde dejar una toalla en esa playa. A los turistas de pernocta o los que vivimos en esta isla nos queda Migjorn como solución al viento de levante o Cala Saona (también hasta las trancas, qué remedio). Me dicen, ayer por teléfono, que esto se va a solucionar con la limitación de excursiones de familias Ulises del otro lado, llámese Ibiza o península. Toca sonreír de forma cómplice por no desencantar a este voluntarioso político que a estas alturas de la democracia sigue pensando que aquello que se proyecta se convierte en realidad…

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