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Prats, Xescu

‘Experiencias de alto nivel’ en Ibiza

‘Experiencias de alto nivel’ en Ibiza

La semana pasada supimos que treinta vecinos denuncian que la discoteca Amnesia lleva toda la temporada superando los límites de contaminación acústica y, a pesar de sus quejas reiteradas a la policía local, la situación sigue como el primer día. El ruido, según los afectados, supera los niveles de otras temporadas, impidiéndoles descansar por la noche. También aseguran que llegarán hasta donde haga falta para hacer valer sus derechos e incluso están dispuestos a llevar al Ayuntamiento de Sant Antoni ante los tribunales si persiste la inactividad frente sus denuncias.

El Ayuntamiento, por su parte, ha respondido que no dispone de medios suficientes para atender todas las llamadas de los vecinos, y que entre mayo y junio se ha denunciado en tres ocasiones al establecimiento por incumplir la ordenanza de ruidos. Sin embargo, reconoce que aún no ha tenido tiempo de practicar ninguna sonometría.

El asunto es tan viejo como la historia de la propia discoteca, que tiene un historial de incumplimientos tan voluminoso como el antiguo testamento. Lo más surrealista de este nuevo episodio, sin embargo, son las explicaciones del local: han cambiado el sistema de sonido de la terraza “por uno superior, analógico y orgánico, para proporcionar una experiencia de alto nivel” a sus clientes, que requiere de ajustes para evitar molestias. Añade Amnesia que su intención es convivir bien con los vecinos, pero, de momento, lleva ajustando toda la temporada. Imagino que los insomnes de los alrededores, al leer estas explicaciones, habrán sentido que se les vuelven a reír en la cara.

En todo caso, ¿a qué viene que las discotecas monten experiencias de sonido orgánico en las terrazas, que no están insonorizadas? Otro despropósito que probablemente haya que agradecer a los beach clubs y hoteles-discoteca que operan al aire libre, incordiando a todo el que tienen alrededor y provocando un efecto imitación en el resto de la isla.

En paralelo, en Sant Josep, donde algunos afectados por la fiesta perpetua de Platja d’en Bossa y el entorno del Parque Natural de ses Salines ya habían amenazado con llevar al alcalde ante los tribunales, se han precintado los equipos de sonido de la discoteca DC-10, otro de los establecimientos con más antecedentes por incumplimientos, y 21 locales más en el transcurso de la temporada. Sin embargo, cuando se hizo pública esta noticia, las redes sociales clamaron con una sola pregunta: “¿Qué pasa con el hotel-discoteca que más ruido mete?”. Conviene recordar que diversas sonometrías llevadas a cabo esta temporada por un colectivo de vecinos próximos a dicho establecimiento han sido positivas y con un resultado incluso disparatado.

La guinda del pastel la han puesto el Govern balear y el Ayuntamiento de Sant Antoni, con su cruce de acusaciones por el desaparrame en el West End. Dice el conseller de Turismo, Iago Negueruela, que el Ayuntamiento de Sant Antoni, y por extensión el Consell Insular, no hacen nada para aplicar la ley de turismo de excesos, al contrario que en Mallorca, donde se han tramitado 90 expedientes sancionadores vinculados a este decreto y se han cerrado ocho locales en Magaluf y la playa de Palma, gracias al trabajo de la policía local que opera en estas zonas. Negueruela incluso ha tildado de “negligentes” al alcalde de Sant Antoni y al presidente del Consell, que no ha enviado a sus inspectores de Turismo. El Ayuntamiento replica que no actúa porque Mallorca no le manda inspectores de salud, comercio y consumo, como los que ya colaboran en Mallorca, y el Consell apostilla que sí ha mandado a sus técnicos, pero no han detectado infracciones.

Ya comentábamos hace una semana que el West sigue por los mismos derroteros y que a Negueruela se le olvida que, con impedir la publicidad de alcohol y los pub crawls, que en esencia es lo que propone la nueva ley, no se soluciona un ápice el tu-rismo de excesos. Basta con ver las imágenes de esta temporada de la playa de Palma y Magaluf, que son idénticas a las de siempre, al igual que en Sant Antoni. Definitiva-mente, ya tenemos arma arrojadiza de cara a las próximas elecciones.

Lo más risible es que, para tratar este asunto, Negueruela se ha reunido con tres hoteleros de Sant Antoni y el gerente de Ocio de Ibiza, José Luis Benítez, que no representa a un solo local del West End y sí a las discotecas Amnesia y DC-10, que como ya hemos visto se dedican amargar la vida a los vecinos, hasta el punto que una de ellas ha sido cerrada. ¿Ahora tratamos el turismo de excesos precisamente con quien lo defiende y blanquea?

En Ibiza, las “experiencias de alto nivel”, más que los clientes de las discotecas, las viven los vecinos de sus alrededores. Y son de “alto nivel”, pero de indignación, cabreo e impotencia.

@xescuprats

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