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Imma Sust

Es tiempo de morir

«De nada sirve quejarse, denunciar o gritar que vamos a morir. Tenemos que morir de verdad para que nos crean»

Hay que morir para que nos hagan caso. Quedó demostrado en Madrid la semana pasada. He visitado la capital durante la semana del Orgullo y la verdad es que no exageran en cuanto a la ola de calor. Es insoportable. Yo misma tuve un pequeño desmayo en medio de la Gran Vía a las cinco de la tarde camino de la manifestación. Luego tuve que andar entre basuras durante una hora para poder llegar a mi hotel. La imagen parecía sacada de un capítulo de ‘The Walking dead’. No exagero. La gente es muy guarra. Pensé, mientras andaba entre basuras, en los pobres barrenderos y barrenderas y en el trabajo que tendrían la mañana siguiente. Pensé en eso, pero no caí en la cuenta de lo terrible que es trabajar en la calle en plena ola de calor.

Por lo visto, los limpiadores llevan tiempo pidiendo cambios de turno adaptados al calor y nadie les hace caso. Bueno, ahora sí. Ahora que ha muerto un hombre. Demostrado ha quedado. El hombre, de 60 años, hacía su trabajo sobre las 17.30 horas en el Puente de Vallecas cuando se empezó a encontrar mal hasta llegar al fatal desenlace. Murió por culpa de la ola de calor que en aquel momento superaba los 40 grados en Madrid. Y vuelve a quedar demostrado. Hay que morir para que nos hagan caso.

Lo mismo pasó en Catalunya hace unos meses. El maquinista de un tren de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) murió probablemente por culpa del mal estado de un tramo de las vías. Ferran, mi amigo maquinista, hacía tiempo que nos lo advertía. “Pedimos que lo arreglen y no nos hacen ni caso”. Doy fe. He visto pantallazos de Telegram donde sus quejan no son escuchadas y donde hablan de ese tramo en concreto antes del accidente. Y nada. Ha tenido que morir un pobre chaval para que, otra vez, nos hagan caso. Ahora sí. Ahora lo han arreglado. Y así todo. ¿Cuántos maltratadores no van a la cárcel hasta que matan a sus mujeres o parejas sentimentales? Pues la mayoría. Eso, si no se suicidan antes. De nada sirve quejarse, denunciar o gritar que vamos a morir. Tenemos que morir de verdad para que nos crean.

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