Diario de Ibiza

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Miguel Ángel Riera

No darse por vencido

Qué fácil es dejarse llevar. De manera inmediata es muy cómodo. No necesito pensar, no debo tomar decisiones, simplemente copio los comportamientos y los pensamientos de los otros y así voy tirando.

Pero a la larga uno se percata que la vida no es para ir tirando. Es más bien para disfrutarla y para eso uno tiene que aprender a ser uno mismo. A no darse por vencido nunca y volver a empezar una y otra vez.

Quizás por eso mismo, uno de los consejos del Papa Francisco que más aprecio es cuando dice que en la vida «lo más importante no es caer, sino levantarse».

Las ideas negativas que a menudo nos atormentan, los «no debes» o «no puedes», son pensamientos que uno tendría que erradicar de su vocabulario.

Nuestra vida no debería depender de lo que dicen o hacen los otros, sino más bien de lo que yo quiero en cada momento de mi vida.

Para conseguir esto hace falta descubrir quién soy, qué quiero, qué es lo que pretendo…

Son cosas muy sencillas, pero a la vez muy complejas porque, en el vacío existencial que nos toca vivir, algo tan vital se ha convertido en algo inexistente.

Siempre me gusta recordar cómo la pobreza material va acompañada de una pobreza espiritual, de una pobreza de experiencias vividas y que a su vez necesita dar luz a lo que nos toca vivir. ¿Cómo ayudar a descubrir a los demás que vivimos una pobreza espiritual que nos impide ser nosotros mismos?

Es muy fácil medir la pobreza material. Incluso se nos dice que el número de personas que viven con menos de dos euros al día crece continuamente. La pobreza severa se amplía. ¿Y la pobreza emocional? ¿Y la pobreza interior? ¿Cómo medirla? Ayudar y dejarse ayudar.

«Bienaventurados los pobres en el espíritu, por que de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3), proclama Jesús en las bienaventuranzas.

Ya veía Jesús en su tiempo a muchos pobres a los que daba de comer, pero también veía a muchos pobres de espíritu. a los que hay que animar para que puedan volver a empezar, para que, además de reivindicar un sueldo digno y una vivienda digna, puedan descubrir también su dignidad como personas, que es tan, o más importante, que todo lo material que uno necesita para vivir.

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