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Jenn Díaz

Tribuna

Jenn Díaz

Los agresores siempre saludan

Hay quien piensa que si eres una mujer fuerte, con autoestima, segura de ti misma, con una buena red, con cierta estabilidad emocional… probablemente no serás víctima de violencia machista en el ámbito de la pareja. También hay quien piensa que si no eres una mujer fuerte, con autoestima, segura de ti misma, con una buena red y con cierta estabilidad emocional... tendrás más probabilidades de sufrirla. Si fuera verdad, sería todo mucho más fácil. También sería mucho más fácil si, exactamente igual que este dibujo estereotipado de la víctima o la no víctima de violencia machista, los agresores respondieran a una serie de características. Pero ya nos lo dijeron miles a veces, durante décadas, cuando el tratamiento mediático de los feminicidios era preguntar al vecindario cómo eran el uno y la otra: él siempre saludaba, y alguna vez habían escuchado gritos.

Los agresores siempre saludan, o no saludan nunca, o saludan a veces. Son buenos hijos, hermanos, amigos, compañeros de trabajo. O no lo son para nada. Son violentos y agresivos en público, o solo en la intimidad. Los hay a quienes no les hace falta la violencia física para poderles considerar agresores. Algunos se ponen nerviosos cuando no saben cómo gestionar un conflicto y son impulsivos... otros saben perfectamente cómo gestionar un conflicto y nunca les tiembla el pulso.

Las mujeres que sufren violencia machista también saludan, también son mujeres fuertes, también pueden ser mujeres que no pasan por su mejor momento y son más vulnerables. Pueden ser mujeres que ponen límites, que se sublevan, que buscan ayuda. Pueden no saber cómo salir y no pedir ayuda nunca. Pueden tener red y pueden no tenerla: pueden, incluso, tenerla y obviarla, porque protegen de la mirada ajena una relación de pareja que nadie aprueba. Pueden ser mujeres con un estatus económico privilegiado, o ser mujeres absolutamente dependientes de su agresor. A veces tienen hijos, pero pueden no tenerlos. Pueden ser mujeres tristes, a quienes adivinarías la pena de su situación personal. Y también pueden ser mujeres risueñas, bromistas, a quienes nunca adivinarías nada.

Este es un mensaje para las que sufristeis violencia machista, habéis salido de ella y os miráis con perspectiva vuestra vivencia traumática: la cuestión no fue vuestra falta de autoestima, vuestra fragilidad o si permitisteis o no lo que os pasó.

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