Diario de Ibiza

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Miguel Ángel González

Dsde la marina

Miguel Ángel González

Demencial Autolandia

Nos viene al pelo una célebre frase de Cicerón: Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? ¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia? Hace ya dos años, antes de la pandemia, pasaba mis vacaciones en Santa Eulària y recuerdo que una tarde de finales de julio tuve la peregrina idea de bajar a Vila. Contaba, por supuesto, con la dificultad que en tales fechas supone aparcar, pero no que fuera imposible. Llegué a la ciudad sobre las ocho de la tarde y me cargué de paciencia, pero después de media hora de dar vueltas y revueltas con el coche, desistí. No había un puto agujero. El incordio fue cabreo y llegó un momento en que no pude más, me fui por donde había venido. Regresé a Santa Eulària y acabé las vacaciones sin bajar a Vila. De eso, repito, hace ya dos años, un tiempo en el que no se ha hecho nada por solucionar el problema que nos ha colocado en una situación aberrante. A remolque de las otras islas, ahora se habla de limitar la entrada de vehículos. Bien estará si se hace, pero no solucionará el problema. Con más de un coche por habitante, el caos no nos viene de fuera como se cree, lo tenemos dentro. También en invierno.

Hemos cruzado una línea roja y la ciudad es una olla a presión que reventará. Más pronto que tarde. Mientras tanto, nuestros mandarines siguen con el acostumbrado bla, bla, bla de parches y proyectos que se demoran. Mal asunto. Hasta ahora han estado jugando con el silencio, la resignación y el aguante de la ciudadanía, pero el mosqueo sube de tono y antes de que el ictus o el infarto nos acabe, habrá que levantar la voz. Porque sordea quien debe oír. Si un día salvamos las Salinas, hoy podemos salvar la ciudad. Recuperarla. Hacerla habitable.

Cada día es más frecuente ver al sufrido conductor encapsulado en su vehículo, soltando sapos contra unos políticos que no saben diferenciar lo necesario y lo urgente, lo conveniente y lo prioritario. Ya no caben esperas. Esta autolandia vilera debe dar un vuelco copernicano. Y darlo ya. Necesitamos que Vila vuelva a ser la ciudad que sus vecinos merecen.

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