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José María de Loma

Se besan pocos niños

Se están besando pocos niños en esta campaña. No sé si es que los padres se han vuelto más precavidos o los candidatos más prudentes. Antes había niños en todos los mítines. Y los candidatos y candidatas procuraban acercarse a ellos, el síndrome Jesucristo, dejad que los niños y tal. Y venga beso y carantoña y cómo se llama y qué bonito es.

-Su niña es preciosa

-Se llama José Luis.

Siempre imaginé que había candidatos que incluían niños en su equipo de campaña. Estaba el jefe de prensa, el estratega, el chófer, el guardaespaldas, el cuñao y el niño. Que tocaba un reparto de folletos, plas, el niño portado por un propio era acercado al candidato cuando llegaban los fotógrafos. Que el acto era en la calle, zas, el niño que se le endosaba al candidato antes justo de subir al atril. Lo malo, claro, era cuando el niño se iba haciendo grande y ya no era plan de llevar a un mitin en plena batalla decisiva por una concejalía o escaño a un tiarrón o tiarrona de quince años para que el candidato o candidata le hiciera carantoñas, cucamonas o zalamerías.

-Ay, hijo, qué grande estás

-Caballero, que me está usted magreando.

Los niños son muy agradecidos. Salvo los que no lo son y manchan la solapa del líder en campaña o echan mocos en el pelo de la candidata o no se dejan besar y ponen cara como de espanto cuando el aspirante a presidir una mancomunidad les acerca la jeta o trata de hacerle cosquillas. Los niños recién nacidos se parecen a Churchill. Una tía mía decía mucho esto. Yo creo que estaba citando a Gómez de la Serna o a González Ruano, que una vez ganó un gran premio de articulismo con un artículo sobre un niño que se había perdido. Mi tía era mucho de no citar la fuente. Los niños recién nacidos se parecen a Churchill pero ya luego pasa el tiempo y se les va poniendo la cara de la madre, de registrador de la propiedad, de dependiente de comercio o de emprendedor tecnológico. Hay quien nace con cara de emplear mucho el verbo dinamizar y ya tiene la vida resuelta.

Los niños representan la inocencia (y no dormir por las noches) por eso los políticos buscan fotos con ellos, para que se les pegue algo de quien tiene todo el futuro por delante, ningún apriorismo, sinceridad y ganas de comerse el mundo. Y un biberón. Pero se ven pocos. Todo es más aséptico. Están a un paso de prometer que si ganan nadie tocará a nadie. Hay que salir más a la calle, suelen recomendar desde los despachos. Como político, estás en pañales si no besas niños. Hay que besar niños, que en ellos está el futuro. Y los gérmenes. Si aspiran a presidir un consorcio, a escañarse, a gobernar su país, a vivir de la Diputación o a dinamizar un consistorio, deberían besar niños, leer a hurtadillas Cicerón pero citar a Maquiavelo y abrazarse a un dogma. Lo demás son niñerías.

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