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Pilar Ruiz Costa

Una ibicenca fuera de Ibiza

Pilar Ruiz Costa

‘Enough is enough’

El pasado 4 de junio un camarero de un conocido bar de la calle en la que vivo, a escasos 200 metros de la Gran Vía madrileña —la verdadera arteria de la capital—, salvó la vida cuando las balas de la pistola de fogueo modificada que disparó un pistolero de 17 años impactaron en un jamón que había en la barra. Como si se tratara de una película de Berlanga. Para reír de no tratarse de un asunto tan serio.

Ni siquiera es el primer tiroteo que vivo de cerca en Madrid. Ya en 2016 los gritos de socorro me hicieron salir fuera de un adosado en Puente de Vallecas para descubrir a una mujer disparada con un rifle por su expareja. Le alcancé toallas y agua en lo que llegaba la ambulancia y tan grave era su estado que esperé durante días la noticia de una víctima más de violencia machista, fallecida esta vez de un disparo. Por fortuna, no llegó.

Sin embargo, comparar estos tiroteos con los de Estados Unidos me parece de un mal gusto insoportable. La tasa de criminalidad de España en 2021 fue la más baja desde que existen datos. 290 asesinatos, 41 menos que en 2019 (por no comparar con el 2020 por sus circunstancias); los robos con fuerza se redujeron un 23,2%. Lo que sí aumentaron son las denuncias por violación; un 14,4% y créanme que no querríamos que estos criminales hubieran tenido acceso a un arma de fuego. En el Índice de Paz Global 2021 España ocupa el puesto número 31 de países más seguros del mundo, muy lejos del 122 de EE. UU.. El hecho de que el primero sea Islandia y el último Afganistán nos da una idea de lo ligadas que van las posibilidades de morir asesinado a que en la calle se vean más armas o derechos.

Por eso, cuando escuchen el discurso incendiario de algún político —copiando letra por letra al de Trump— tratando de convencernos de que el Estado es incapaz de protegernos y que «la dictadura progre pretende que la gente se deje robar, violar y matar dentro de sus propias casas» y del «derecho a disponer un arma en casa para la autodefensa de los españoles de bien, sin antecedentes y en pleno uso de sus facultades mentales», recuerden el del presidente Biden: «Enough is enough» (basta, ya basta), implorando a los legisladores el coraje para aprobar leyes de control de armas tras el último goteo de masacres en lo que debieran ser espacios seguros: una escuela, un centro comercial, un hospital, una iglesia…

«Durante las últimas dos décadas, han muerto más niños en edad escolar por armas de fuego que policías y militares en servicio activo juntos», clamaba Biden. ¿Puede ser verdad algo así? Sí, lo es. Según los registros del Departamento de Defensa de los Estados Unidos desde 2001 han perdido la vida 7075 militares estadounidenses. El Fondo Conmemorativo de Oficiales de Aplicación de la Ley Nacional contabiliza 3746 policías caídos desde 2000. Da un terrible total de 10821 fallecidos. Una cifra dramáticamente eclipsada por los datos del CDC (Centros de Control y Prevención de Enfermedades) que muestra que entre 2000 y 2020, 44670 niños estadounidenses de entre 5 y 18 años fueron asesinados por armas de fuego. La cifra asciende a 61569 contando hasta 19 años. Desde el 2020, las armas de fuego se convirtieron oficialmente en la principal causa de muerte entre los estadounidenses menores de 19 años.

Días después de la matanza del colegio de Uvalde, el Congreso del estado de Ohio —controlado por el Partido Republicano—, aprobaba que los profesores lleven armas de fuego tras una formación que duraría «un máximo de 24 horas» muy alejada de la formación que se exige a un policía: 60 horas, de las cuales 46 son en campos de tiro.

En paralelo, la Asociación Nacional del Rifle tenía la desafortunada celebración de su convención anual en el mismo estado en el que 19 niños y dos profesores perdieron la vida; Texas, con Trump como invitado honorífico. Además de armar a los profesores para (¿evitar?) más tiroteos en las escuelas ya que «el hecho de que estén designadas como zonas donde está prohibido portar armas representa una invitación a que vayan a realizar tiroteos», el expresidente —y candidato— de los muros sugería construir infraestructuras «con muros exteriores más altos». Ratoneras para los niños mientras acusaba a los demócratas de «politizar los tiroteos y el dolor de las familias para promover su agenda política extremista para controlar la venta de armas» y pedía a la Asociación ¬ayuda para volver a hacerse con el control del Congreso —que ya contribuyó con 30 millones de dólares a que Trump alcanzara la Casa Blanca—, porque «la única forma de detener a un tipo malo armado es armar a un tipo bueno». Tipos buenos; españoles de bien…

Al menos 246 tiroteos masivos —aquellos en los que resultan al menos cuatro víctimas— lleva EE. UU. este 2022. 63 tiroteos masivos en mayo dejan 74 fallecidos y 307 heridos. Por favor, recuérdenlos cuando vuelvan los vendedores de miedos tratando de convencernos de que tener armas es «nuestro derecho».

Enough is enough.

@otropostdata

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