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Emma Riverola

Aire tóxico en Israel

Una bala israelí asesinó el 11 de mayo a la veterana periodista palestina Abu Akleh. Un chaleco y un casco la identificaban como reportera. En su funeral, ondearon banderas palestinas en el Monte del Templo y en los barrios árabes. Los judíos respondieron y las murallas de la Ciudad Vieja se iluminaron con banderas israelíes. Ganaron aquella batalla, pero los activistas palestinos lograron que un dron elevara su bandera sobre la Puerta de Damasco.

En esta escalada de símbolos, el pasado domingo se celebró la Marcha de las Banderas. Si en años anteriores se consiguió controlar la polémica manifestación de los ultranacionalistas judíos, está vez el odio desfiló en olor de multitud. Más de 70.000 asistentes. El grito de «muerte a los árabes» resonó en las calles mientras los manifestantes golpeaban con saña las puertas cerradas de los comercios árabes. También patearon a una anciana. Ira y más ira. Y la sensación de que el globo terráqueo se ha llenado de odio. Aquí y allá, se abren orificios por los que emerge ese aire tóxico. Millones de niños y jóvenes están inhalando odio envuelto en mil banderas. Mientras, el mundo se está rearmando. Y las amenazas medioambientales se agravan. Costará respirar.

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