Diario de Ibiza

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valentin villagrasa

Desde la Mola

Valentín Villagrasa

Vaya mes de mayo

Antiguamente, quizás allá por donde no queremos saber (o lo que es lo mismo, la dictadura de la iglesia de Franco) donde nos decían que mayo era el mes de ‘María’ y de las flores. Todo era luz, calorcito de playa, aunque con rebeca por la noche, nervios en casa por los exámenes de los niños, un dónde vamos de vacaciones (los que no tenían pueblo). Pero este mes de mayo en nuestra Formentera de chiringuitos, de medias maratones, de eventos varios para arrancar temporada y otras lindeces… la tensión se palpa en el ambiente. Por un lado, el lío (no confundir con el restaurante de Ibiza a mucha pasta el cubierto) de los chiringuitos que no sabemos cómo va a acabar (faltan las tablas de los diez mandamientos del catedrático de derecho administrativo), si será prórroga o contrato de cesión por un tiempo limitado a 31 de diciembre, mientras se resuelven las ‘miles’ de alegaciones y los recursos en el contencioso administrativo. A todo esto hay empresarios (con pedigrí isleño) ganadores del concurso irresuelto denunciando una especie de ‘bullying’ por parte de ‘desconocidos’ en las redes sociales o llamadas telefónicas (ver portada y crónica de Carmelo Convalia el pasado viernes en este medio).

Voces que claman en el desierto por la falta de los servicios básicos en las playas, donde han sido sustituidos por furtivos de la venta de frutas y refrescos a falta de los oficiales con hamacas y sombrillas incluidas. Pleno del Consell sin consenso y un ‘vuelva usted mañana’ de mi admirado Larra para encontrar una solución política, esta vez unánime entre políticos y sociedad civil, para podernos comer una hambuguesa de Manoli la semana que viene. Si a esto le añadimos ‘la cagada’ del agua en la media maratón y un cierto relajo del número de turistas, no me extraña que el ambiente esté algo caldeado y en las conversaciones de café se hayan sustituido las referencias a la pandemia, los años de atrás, la guerra de Ucrania, las torcaces frente a las uvas, por el precio de la gasolina, la inflación, las reservas, la incertidumbre de las cajas en los restaurantes. Menos mal que un empresario, de los que no sufren acoso por el chiringuito, nos devuelve a la memoria histórica y saca a relucir la dificultad que siempre ha supuesto el mes de mayo, que sin ser el de ‘María’ hasta Toñi y Vicente cerraban, por aquellos entonces, Can Blaiet. A ver si se acaba el mayo de ‘l’estany’, que esa es otra.

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