Diario de Ibiza

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Prats, Xescu

Es el mercado, amigo

En 2018, el exministro de Economía, exdirector del Fondo Monetario Internacional y expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, compareció ante la comisión de investigación por la crisis bancaria del Congreso de los Diputados, ya acorralado por la Justicia. Su intervención fue descrita, incluso por la prensa de derechas, como desafiante, llena de soberbia y trufada de pullas demoledoras contra socialistas, populares y todo bicho viviente. Al ser interpelado por la ruina de Bankia y la caída en picado de las acciones, que provocaron miles de damnificados entre los pequeños ahorradores, respondió cínicamente: «Es el mercado, amigo».

Esta frase no solo ha pasado a la historia, sino que ha ahora se usa popularmente para expresar las consecuencias de aplicar la ley de la oferta y la demanda sin freno. La expresión, además, incluye cierto matiz de recochineo y nos recuerda a los simples mortales la obligatoriedad ineludible de asumir esta dictadura del mercado. El ‘amigo’, en definitiva, significa ‘y, además, te jorobas’.

Los ibicencos, de un tiempo a esta parte, llevamos jorobándonos sin descanso. El mercado ataca por todos los frentes y no hallamos soluciones por parte de las instituciones que alivien este abuso sistemático y creciente. Del asunto de la carestía de la vivienda poco más se puede añadir. Ibiza va a quedarse sin trabajadores en la industria turística antes de que se encuentren soluciones para garantizar un derecho tan fundamental como disponer de un techo decente bajo el que resguardarse. Pero ocurre así con todo, incluso con las pequeñas cosas.

La semana pasada, Marta Torres publicaba un artículo a este respecto tan ilustrativo como certero. Se titulaba ‘Este parking es una mina’ y en él denunciaba que por dos horas de estacionamiento en es Pratet le habían cobrado diez euros. Ella lo tildaba de atraco y lo cierto es que lo es. En Barcelona o Madrid, que figuran entre las ciudades más caras de España, cualquier parking de concesión municipal le habría costado unos seis euros.

El aparcamiento de es Pratet pudo abrir porque, en su día, fue declarado de interés general, pero sus propietarios se suben a la parra impunemente año tras año, obteniendo un beneficio estratosférico a costa del ciudadano. Lo mismo podemos señalar respecto al precio de la compra: el transporte a la isla de los productos de primera necesidad no justifica que en muchos comercios estén hinchados un veinte, un treinta por ciento o incluso más, con respecto a la península. O que algo tan apetecible como salir a comer a la playa con la familia se haya convertido en un extra muy extra para una familia media, de donde no se sale por menos de 40 ó 50 euros por barba, aunque almuerces una hamburguesa. Los menús infantiles ibicencos son equiparables en precio a los de los adultos en el resto del país.

En estos últimos meses, España entera se ha rasgado las vestiduras por la subida de los carburantes y la energía eléctrica, y el gobierno ha tenido que responder con descuentos y rebajas en los impuestos directos para reducir el impacto en las familias. En Ibiza, sin embargo, llevamos años soportando estoicamente esta inflación acelerada y nadie toma cartas en el asunto. La gota que colma el vaso es el desmadre de las tarifas aéreas, que con el inicio de la temporada se han vuelto imposibles. Por cuestiones profesionales, voy y vengo de Madrid casi todas las semanas, con horarios y frecuencias similares. Comparando las facturas de los billetes de invierno con las actuales, la realidad es que el precio se ha multiplicado por tres y hasta por cuatro.

Antes de escribir este artículo, quise hacer una prueba: cogí un fin de semana al azar del mes de junio y comparé la tarifa de viajar de Madrid a Ibiza, Mallorca y Menorca, con vuelta, en un horario similar. El resultado, para los no residentes, fue: 339 € a Mallorca, 454 € a Menorca y 777 € a Ibiza. Aplicando el descuento de residente, 106 €, 134 € y 212 €, respectivamente. Viajar a Ibiza cuesta el doble que a Mallorca y mucho más que a Menorca. Para el ibicenco la posibilidad de viajar es imprescindible y por eso el Estado financia un porcentaje elevado a los residentes. ¿De qué sirve si no aplica el menor control sobre las compañías aéreas? Hay días en que viajar a Ibiza sale más caro que un vuelo a Nueva York.

Hemos anhelado el turismo de lujo, lo hemos contemplado como la gran panacea que elevaría nuestro nivel de vida a un nuevo estadio de bienestar, y ahora los ibicencos, con independencia del tamaño de nuestras cuentas corrientes, pagamos todo, absolutamente todo, a precio de lujo. Pero no vayamos a quejarnos porque «es el mercado, amigo». Tanto lujo nos estrangula. Al final van a tener razón los que afirman que en Ibiza sobran son los ibicencos.

@xescuprats

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