Diario de Ibiza

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Juan José Millás

Se entiende

Si a Carlos de Inglaterra, según leo en el periódico, le planchan los cordones de los zapatos, no hay nada más que añadir sobre esa monarquía. Yo utilizo camisas que teóricamente no necesitan plancha. Las tiendes con cuidado, estirando sus faldones para que no queden arrugas, y, cuando se secan, están listas para llevar. Desde mi perspectiva, alguien que ordena al servicio que le planche los cordones es un idiota. Lo normal es que lo prohibiera. Lo normal es que, si llegara a descubrir que esa idea se le ha ocurrido a un mayordomo, lo pusiera enseguida de patitas en la calle. Por tonto. La perspectiva, he ahí la cuestión. La lucha de clases quizá no sea más que un problema de perspectiva. Carlos, si ustedes se acuerdan, sedujo a su amante Camila, ahora esposa, asegurándole que le gustaría ser su támpax, para permanecer pegado a sus genitales también durante la menstruación. Eran los tiempos en los que aún vivía Lady Di y aquel adulterio dio mucho de sí porque se trataba de un adulterio escatológico.

Pero continúo leyendo la noticia sobre el heredero del trono y me entero ahora de que no viaja a ninguna parte sin su cama ortopédica. No es que se la lleve debajo del brazo, sino que ordena enviarla por avión allá donde se desplaza para no sentirse fuera de casa por las noches. Vuelvo a imaginarme a mí mismo durmiendo en mi cama de siempre, incluso cuando estoy fuera de Madrid, y no doy crédito. ¡Qué lío de mensajería, qué follón de transportes! Hay que tener en cuenta que el susodicho viaja mucho porque cuando no tiene una cacería aquí, tiene un funeral allá. ¿Cuánto le costará al año este ajetreo? O sea, que comparo mis viajes de trabajo con los de este príncipe de las tinieblas y el rencor de clase crece como la espuma. No me gustaría ser como él, sino que él se pareciera un poco a mí. Después de todo, pertenecemos a la misma especie y nuestras necesidades no pueden ser tan diferentes.

O sí, porque continúo leyendo para enterarme ahora de que solo utiliza una marca de papel higiénico. Prefiere no limpiarse a utilizar otra. No es que las otras le hagan llagas ni nada parecido, es que no conoce un modo alternativo de ejercer el poder. Se entiende que su pobre madre no dimita.

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