Diario de Ibiza

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Pilar Ruiz Costa

Una ibicenca fuera de Ibiza

Pilar Ruiz Costa

Al vino, vino

Los más mayores de la sala recordarán aquellas tiernas imágenes en blanco y negro de un grupo de niños bebiendo una litrona en el sofá de casa junto al eslogan: ‘Mamá siempre lleva a casa Cruzcampo’. La madre con delantal y botella en mano servía a sus hijos —varones— la merienda; «La cerveza, como usted bien sabe, además de ser una bebida agradable tiene cualidades como la de fortalecer y ayudar a tener un aspecto lozano». El padre llenándole el vaso al niño; «Dele usted cerveza San Miguel». «El Águila; Familia grande, botella grande». La complicidad de padre e hijo que beben juntos: «Xibeca Damm: La cerveza familiar del buen conductor de hoy… y de mañana!». Pero no solamente las empresas cerveceras intentaban que empináramos el codo desde temprana edad. También los vinos trataban de ganarse el favor de los papis vendiendo las virtudes de encogorzar a los hijos de la posguerra: «Ayuda a crecer a los niños y da optimismo a los mayores»; «Mamá, queremos Kina Santa Catalina, es medicina y es golosina». «Por las mañanas en el desayuno y también en las meriendas, Kina San Clemente les ayudará en la edad del crecimiento»; «Sus juegos, su merienda y naturalmente, Kina San Clemente».

Porque de todos era sabido y proclamaban las empresas vitícolas: «El uso del vino a dosis moderada no es peligroso. Beba en cada comida una botella de tres cuartos de litro». Ahí es nada, una botella que encajaba estupendamente con un «Los buenos tiradores toman siempre Soberano» y aquel «¡Automovilistas! Antes de emprender un viaje, beba una copa de Coñac 103 ¡no más!». Qué mejor manera de subirte a un Seat 850: «Cárguelo hasta los topes y póngalo a más de 140 para saber por qué lo llamamos Especial».

Eran tiempos anteriores a que la DGT lanzara su ‘Si bebes no conduzcas’ y Aznar arremetiera con «¿Quién te ha dicho a ti las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber?».

Pero si al lector le llegan estos días whatsapps de su cuñado el que le informa puntualmente de «lo que no quieren que se sepa», e incluso, hasta las letras más gordas de algún periódico le advierten de que «El Gobierno va a prohibir el vino». Si observa que las redes sociales se llenan de imágenes de políticos que con la mano de la bandera en la pulsera levantan un copazo de tinto, en la cada vez más ardua tarea de salvaguardar los valores de esta España nuestra, alabando las virtudes del vino y tentándole a comprar botellas como si fuera papel higiénico en el confinamiento, no tema haber caído en un bucle espacio tiempo que lo ha devuelto a tiempos casposos. Esta sed repentina de Rioja llega después de que el Ministerio de Sanidad presentara su nueva Estrategia de Salud Cardiovascular en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Literalmente en su punto 13 «quiere regular la presencia y contenido de alimentos y bebidas en las cafeterías y máquinas expendedoras de las instituciones de la Administración pública y en todos los centros educativos, públicos o privados, de forma que mayoritariamente se oferte productos saludables y bebidas libres de alcohol», a la vez que anuncia en el punto 14 su disposición a «colaborar con establecimientos de restauración para promover la dieta mediterránea como modelo de alimentación cardiosaludable a través de sus menús, sin incluir en ellos el consumo de alcohol».

El ambicioso objetivo es mejorar la salud de la población y promover la adopción de hábitos de vida saludables potenciando la actividad física y evitando la comida basura regulando la publicidad de alimentos y bebidas no saludables y abaratando, a través de políticas fiscales, la cesta de la compra de los productos que conforman la dieta mediterránea tratando de luchar contra las enfermedades cardiovasculares; la primera causa de muerte en España y en el mundo. Unas muertes que, según la OMS, en un 80% se podrían evitar cambiando nuestros hábitos de vida y dieta.

Aun así, esta mencionada Estrategia de Salud Cardiovascular no contempla ninguna prohibición. Ninguna. Solo recomendaciones aprobadas por unanimidad por todas las comunidades del Consejo Interterritorial en el ámbito de los comedores y máquinas de ‘vending’ de las instituciones públicas y los centros educativos, públicos o privados. No, señores, no se prohíbe el vino como tampoco antes se prohibió la carne, el azúcar, ni la remolacha. Al pan, pan y al vino, vino.

Brindemos por ello, con un vino o con el agua de grifo, gratis, que sí tendremos a nuestra disposición ahora por ley —que tiemblen aeropuertos y discotecas—. Y con la copa alzada, preparémonos porque un día, no tan lejano… amaneceremos con el horror de que toque defender la causa de que los socialcomunistas decreten un se hace saber que a partir de hoy queda firmemente prohibido arrojar toallitas húmedas al wc. «A mí no me dice nadie con qué tengo que limpiarme el culo», rezarán los tuits. Y no quiero imaginarme los millares de fotografías que ilustrarán tan patriótica protesta…

@otropostdata

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