Los libros de texto cambiaban constantemente. Los nombres y los rostros se desvanecían, sería el viento siberiano. Tan cortante que segaba la vida y la historia. Eran los días de Stalin. Hoy, en las escuelas rusas, los libros de texto vuelven a ser un campo de batalla. Mediazona, uno de los pocos medios independientes rusos que resisten, informa de que inmediatamente después del inicio de la invasión de Ucrania el Kremlin «instó a los empleados del grupo de empresas Enlightenment, una de las editoriales pedagógicas más grandes y antiguas del país, a eliminar las referencias ‘incorrectas’ a Ucrania y Kiev de todos los libros de texto escolares».
‘Incorrecta’: dícese de toda aquella realidad que escapa a la mirada autocrática de Putin. Dícese del derecho de un país a mantener su soberanía. De la voluntad de resistir al invasor. De la valentía de su ciudadanía a seguir existiendo. Incorrecto es seguir vivo. Sobrevivir a los bombardeos, los disparos, las torturas, las violaciones y los días y noches de hambre y frío. Esa es la concepción del mundo de Putin. Una buena brújula para momentos de zozobra. Especialmente ante esos extraños cantos al pacifismo que se rinden ante el guerrero.