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Miguel Vicens

Oficio de tinieblas

Me habría gustado que la Universitat de les Illes Balears se hubiera visto obligada a mantener, pese a las protestas, los insultos groseros a ponentes y público y el bloqueo de la puerta de acceso al salón de actos, la presentación del libro ‘Nadie nace en un cuerpo equivocado’, de los profesores de Psicología de la Universidad de Oviedo José Errasti y Marino Pérez Álvarez, que hubiera entendido que la defensa de la libertad de expresión y cátedra era precisamente el valor superior que había que preservar en aquella jornada frente al dogma, porque es constituyente en cualquier actividad universitaria y garantía de la sociedad democrática. Sin embargo, la UIB fue noticia por apagar la calefacción en primavera y cancelar la presentación de un libro por motivos de seguridad, de su propia seguridad y comodidad, habría que añadir.

Hubiera deseado también que dos partidos con responsabilidad de Gobierno en Balears, como Podemos y Més, no alentaran en la víspera la censura del acto ni celebraran después su penosa suspensión como una victoria, que se hubieran atrevido a defender en público que «si no creemos en la libertad de expresión de quien detestamos, en realidad no creemos en ella», como nos recuerda Chomsky con su incómoda lucidez.

Me habría gustado, por último, que un partido como el PSOE, que ha estado detrás de absolutamente todos los consensos y avances legislativos en perspectiva de género, no se quedara mudo ante lo ocurrido, porque esa censura burda fue también una bofetada a todas las mujeres con nombres y apellidos que han levantado en España el edificio de la igualdad. Su silencio es la victoria por aplastamiento del generismo queer, con su exaltación de todo lo subjetivo frente al sentido universal del feminismo clásico. Y supone la normalización de sus mecanismos de cancelación y censura, el oficio de tinieblas de una ideología que se cree incontestable, exige adhesión sin matices y niega el derecho a la crítica.

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