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Javier Cuervo

Amar la taxidermia

En mi niñez había animales a los que se llamaba fieras. Estaban en muchas ficciones, en bastantes miedos y en casi todos los álbumes de cromos. Su sola voz helaba el tuétano. Las veías de cerca en el zoo o en el circo, donde descubrías que olían mal y que los insectos no les tenían miedo. Ahora las fieras han desaparecido: son minorías en extinción, su némesis -los cazadores- no producen admiración y se ha extendido la idea de que los salvajes son los humanos. Los animales están tan humanizados que no se ve la violencia contra ellos en las películas con coreografías de matanzas de humanos.

Algo niño me removieron las imágenes de la colección de animales disecados aparecida en una finca de Bétera (Valencia), ofrecidas por la guardia civil. Más de mil especies protegidas, elefantes, leones, rinocerontes, cocodrilos. Faltaba un Tarzán disecado. Un Amazon de la taxidermia, un Jumanji estático, un museo de Historia Natural en una nave de una finca particular, más de 29 millones de euros en animales muertos descarnados, eviscerados y con ojos de cristal.

Un caso de coleccionismo. A los coleccionistas se les llama “amantes de”. El bibliófilo es amante de los libros, el filatélico es amante de los sellos... La palabra ‘amor’ está en revisión y el impulso posesivo del coleccionista no le va. Hay personas que aman como si odiaran. ¿Qué amor palpita detrás de esta selva valenciana? El amor a la caza, si se manifiesta siempre de esa manera, porque ese era el móvil de otra colección algo superior, con la que el dueño quería abrir un museo cinegético en Extremadura.

Muchos cazadores dicen que aman la naturaleza y no hay por qué no creerles porque más cuestionado que disparar a animales está el uso de la palabra ‘amor’. Con especies protegidas es difícil llamar “amor” a la relación que esas personas con la naturaleza. A partir de la extinción, la naturaleza no mantiene con ellos una relación correspondida. A lo mejor este heredero valenciano ama la taxidermia. Hay amores muy raros, si se les puede llamar así.

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