Diario de Ibiza

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César Navarro

Tenía nombre

La muerte de un indigente no le importa a mucha gente. A lo sumo a aquellos que le vieron poco antes de su fallecimiento para poder decir aquello de ‘me lo crucé el otro día’ y tener algo interesante que soltar en una conversación. El sábado por la noche murió en un incendio una persona en la zona de sa Joveria, en el extrarradio de Ibiza, la capital de esta isla que tanto dinero genera en verano desde hace al menos cincuenta años. El hombre, antes de morir, le dijo a los agentes que «habían ido a por él»; al parecer un testigo asegura que vio a un grupo de gente que abandonaba a la carrera el lugar poco después de iniciarse las llamas. Ocurrió todo más o menos cuando finalizaba el desfile de modelos por la integración, esa iniciativa maravillosa que tiene que servir para meter en la cabeza con calzador a los obtusos la obviedad de que ‘lo normal’ no existe y además es algo de lo que hay que huir. Viva la diferencia. La persona que falleció en la chabola también era ‘diferente’, pero de ese tipo de diferencia que acostumbra a fabricar la sociedad capitalista en la que sobrevivimos. Cuatro meses sin nómina y me lo cuentas... Ibiza está repleta de gente que vive en la calle, en cualquier esquina o bajo cualquier árbol. Son legión. La sombra que proyecta nuestra miseria.

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