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Josep Maria Fonalleras

Constreñidos en una ración: la carestía de productos

Me contaba un amigo que la cajera del supermercado le había dicho que no podía cargar un pack de seis envases de leche de vaca y, además, tres envases de leche vegetal. Antes de pasar por caja, mi amigo estaba enterado de que el límite de ese establecimiento eran seis envases, pero estaba convencido, también, que la leche vegetal no contaba como leche animal, que es la deducción más lógica que podía hacer. Así se lo dijo a la empleada, pero ella sacó un papel fotocopiado que igualaba las condiciones del producto llamado leche, tanto si era natural como si provenía del efecto de prensar avena o almendras. Mi amigo, que es de natural tranquilo, dice que estuvo a punto de reclamar su derecho a comprar lo que quisiera, porque nadie podía impedirle cargar tanta leche como fuera capaz de pagar. No lo hizo, pero así expresó una de las esencias del capitalismo. El derecho a gastar a diestro y siniestro, sin que nada ni nadie se interponga. Ahora, legalmente ya no podría quejarse. En nuestro mundo escuálido y temeroso, esta nueva norma gubernamental para hacer frente a la carestía de productos es lo que más se acerca a una economía de guerra: optar solo a una parte, vernos constreñidos en una ración.

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