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Emma Riverola

El bofetón de silencio que merecía Chris Rock

Bofetón arriba, bofetón abajo. La reacción de Will Smith a la broma de Chris Rock en la ceremonia de los Oscar se ha convertido en el debate del momento. Ambas impresentables. Ni necesitamos exhibiciones de machitos al rescate de mujeres que pueden elegir cómo y cuándo defenderse solas ni bromas a cuento de enfermedades como el trastorno autoinmune de alopecia. En defensa de Rock se apela a la libertad de expresión. Y debe ser así. Otra cosa es la responsabilidad del público. Antes, Rock había dirigido su ingenio hacia la pareja de actores españoles nominados: «Javier Bardem y su mujer están nominados hoy. Si Bardem gana y ella no, entonces él no ganará esta noche». El actor ríe, la sonrisa de Cruz es menos entusiasta. El teatro entero parece divertidísimo. ¿Lo estaba?

Resulta difícil de creer que a la mayoría de las mujeres les hiciera ninguna gracia la bromita machista y trasnochada. Es probable que muchos hombres tampoco la suscribieran. Entonces, ¿por qué seguir el juego? Hay mucho de servidumbre en el gesto de reír el machismo. Hace ya cuatro años de aquellos Oscars del #MeToo y de sus reivindicaciones feministas. No hace falta ni un bofetón ni un insulto, bastaría con un largo y combativo silencio.

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