Diario de Ibiza

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Miguel Ángel Riera

Sin casa, no hay contrato

Esta semana se ha llevado a cabo una edición más de Santa Eulàlia Se n’Ocupa. Unas jornadas en la que se quiere facilitar a empresarios y a trabajadores el poder ofrecer y acceder a un trabajo para esta nueva temporada.

Para unos 2.800 puestos de trabajo se han presentado unas 1.115 candidatos. Una realidad que hace años vamos experimentando. A los empleadores se les hace cada vez más difícil encontrar personal cualificado y asegurar una plantilla estable para toda la temporada. ¿Sobran puestos de trabajo o faltan trabajadores? Es obvio porque no es un problema tan solo de trabajadores de temporada, también pasa lo mismo en el ámbito sanitario, en el mundo educativo, en los funcionarios públicos, en las fuerzas de seguridad… Esta realidad pone en evidencia que si no hay casa en Ibiza, tampoco hay contrato.

Pero no solo no hay contrato sin casa. Sin casa, no hay hogar, no hay un lugar donde como familia se pueda compartir, disfrutar de los acontecimientos de la vida del día a día. Sin casa no hay seguridad. No hay equilibrio emocional ni psicológico. La vivienda es un bien de primera necesidad que por ley tendría que estar cubierto. Llevamos muchos años de retraso en muchas materias. En el ámbito de vivienda todavía más. De hecho, solucionando el problema de la vivienda, se solucionan muchos otros problemas que no tienen solución.

Mientras esto no se solucione continuaremos siendo residentes en unas islas precarias en medio de mucha riqueza. Lo peor, es que esta ‘riqueza’ pone en evidencia la pobreza material de muchos pero también la pobreza ‘espiritual’ de otros muchos. El vivir sin el más mínimo interés en aportar algo, cada uno de nosotros, en solucionar este problema habla muy mal de nuestra sociedad. Por que como todos sabemos, vivienda hay, pero se prefiere especular antes de facilitar a todos y por parte de todos, un lugar que dé estabilidad laboral, pero también personal y familiar.

No es solo cuestión de leyes, también es cuestión de dignidad. Cuando no hay dignidad personal, es difícil encontrar leyes que la puedan desarrollar. La decencia va más allá de las normas.

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