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Pilar Ruiz Costa

Una ibicenca fuera de Ibiza

Pilar Ruiz Costa

Elegí un mal día para dejar de fumar

Con lo fácil que sería escribirles que hace dos años se decretaba el estado de alarma, ¿recuerdan? ¡Sí, hombre! Por lo del virus de la sopa de murciélago… Con lo fácil que sería que aquella historia acabara —como deberían acabar las historias— con el aplauso. Todos juntos pero no. Cada cual en su balcón homenajeando a los sanitarios, fundido de salida, créditos de basada en hechos reales y música. Por ejemplo, Como una ola mi amor llegó a tu vida. Y fin. Pero, guionistas de la realidad, ¡os habéis lucido! Nos está quedando un biopic mucho más al estilo de ‘Aterriza como puedas’. Piensen si no, coprotagonistas míos, si a estas alturas —y con el televisor encendido— se ven más pronunciando: «De esta salimos mejores» o un «elegí un mal día para dejar de fumar». Si todavía se ven cantando ‘Resistiré’ o más bien ‘¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?’.

Porque si hoy no sigue el puñetero covid en portada, no es porque esté superado, que para cuando escribo este artículo —dos años y seis olas después—, sumamos 133 fallecidos en las últimas 24 horas. Más de 100.000 víctimas en España. En el mundo, más de seis millones. Lo que pasa es que esta saga de ciencia ficción dio un giro al cine bélico y ahora apunta —no escatimamos en medios—, a los desastres nucleares. Y yo, que soy de tendencia natural al despiste, miro un momento el móvil y ya me pierdo. Estaba lo de la guerra, la crisis de refugiados, los precios terroríficos del gas, la gasolina, el aceite y hasta los cereales, pero les juro que no me vi venir ahora un Chernóbil. Pero ahí está Ucrania, alertando de que la central nuclear ha quedado desconectada de la red eléctrica tras las acciones militares de las tropas rusas. El Kremlin responde que tiene pruebas de que Ucrania estaría fabricando bombas sucias de plutonio a la vez que la acusa de la autodesconexión de la planta nuclear como una acción de ‘falsa bandera’. Qué más dará quién si nos advierten que los generadores de reserva mantendrán los sistemas de refrigeración solo 48 horas y después comenzará la liberación de una nube de sustancias radiactivas que además de Ucrania y Rusia, podría extenderse por Europa.

Pero Rusia también acusa a Ucrania y Estados Unidos de desarrollar armas biológicas en un laboratorio ubicado en suelo ucraniano con agentes patógenos de ántrax, cólera, peste y otras enfermedades letales. Las agencias chinas publican que no son uno, sino 26 los laboratorios biológicos que Washington financia en Ucrania. El Pentágono desmiente primero la existencia de esos laboratorios tachando la noticia de «desinformación rusa evidentemente falsa», para después confirmar desde la Casa Blanca que, bueno, sí, «Ucrania tiene instalaciones de investigación biológica, y estamos preocupados por la posibilidad de que las fuerzas rusas se hagan con el control».

Y para quien, como yo, apriete el botón del mando solo para comprobar que en todas partes ponen la misma película retorcida, que sume que en esta trama de malos malísimos, mientras el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, se prodiga en vídeos de reality show, el villano Vladímir Putin está casi desaparecido. Y aunque su comportamiento errático ya ha sorprendido a lo largo y ancho del planeta en alguna ocasión, en los últimos días se baraja cada vez más si no será otro síntoma de que esté gravemente enfermo. Si sus notables cambios físicos son fruto de un exceso de coquetería y bótox o el efecto secundario de algún tratamiento médico. Y bajo estas premisas adquiere otro cariz la distancia mantenida en las últimas reuniones con líderes extranjeros. Ya en 2020 el profesor Valery Solovei, exjefe del Departamento de Relaciones Públicas del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, afirmó que Putin padecería un cáncer terminal. Un año después, en 2021, el presidente ruso firmaba una polémica reforma constitucional que le permitiría permanecer en el cargo hasta 2036 a la vez que le blindaba de inmunidad perpetua, especificando que «ni un expresidente, ni cualquier miembro de su familia podrían ser encausados por causas administrativas o criminales, o ser objeto de investigaciones e interrogatorios».

Otro día, si seguimos vivos, tocará seriamente hablar de inviolabilidad, pero mientras, acaba el último episodio de esta tragedia con el personaje de Solovei anunciando que Putin se hallaría junto a los suyos en un búnker en Siberia. «Espero que el hecho de que el presidente tenga a su familia en un búnker antinuclear les dé alguna pista de sus intenciones». Sin nada que perder y sin empatía, ¿qué podría salir mal?

Como decía McCroskey desde la torre de control de ‘Aterriza como puedas’: “Elegí un mal día para dejar de fumar. Escogí el peor día para dejar de beber. Y para dejar los tranquilizantes. Elegí un mal día para dejar de oler pegamento”. Ni caso. Dejen de fumar. Háganlo por salud, claro que sí o, sean sensatos… piensen en el precio al que se van a poner los mecheros.

@otropostdata

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