Los barones del PP se pusieron a cubierto cuando el jueves estalló la guerra civil entre Casado y Ayuso. Solo uno dio la cara, a excepción del presidente murciano, que salió en defensa más de Teodoro García Egea que de Pablo Casado. Fue Alberto Núñez Feijóo. Y ayer volvió a repetir. Compareció ante los micrófonos para exigir una solución a Pablo Casado, más que a Isabel Ayuso, pues es Casado el presidente del PP, y él, según el líder gallego, tiene la responsabilidad de zanjar la grave crisis. Y lo más importante: advirtió de que si no, el partido está abocado a un congreso extraordinario. ¿Ayuso-Casado o con un tercer contendiente en liza?

El líder gallego, con la autoridad que le confieren sus cuatro mayorías absolutas, que no tienen parangón en su partido ni en la escena estatal, reclamó que Casado y Ayuso pongan fin a “un conflicto interno mayúsculo” , “buscando lo mejor para el PP”. El problema es que los intereses de Casado y Ayuso no coinciden en este momento con los intereses del Partido Popular. Está en juego el futuro, incluso la supervivencia política de ambos, y han decidido, llegados a este punto, jugársela a todo o nada, porque una marcha atrás de cualquiera de los dos evidenciaría debilidad, fragilidad, …. Supondría una derrota en diferido, aplazar el instante de defunción. 

Así que Feijóo puede estar clamando en el desierto, y si la autoridad, que le confieren los medios de comunicación y muchos en el PP, no es suficiente para hacerse oír, ¿qué hará el presidente gallego? Ya surgen voces en Madrid de que puede volver a ser, ¿otra vez? la solución de consenso para cerrar esta guerra fratricida. Pero si Feijóo ya declinó liderar el PP porque, como sostienen voces autorizadas, no veía clara su victoria ni en el congreso ni en las urnas ciudadanas, ¿se marchará ahora que pinta peor? Alegó en su momento que tenía un compromiso con los gallegos y no quería faltar a su palabra con su pueblo. Ese compromiso lo renovó poco después hasta 2024.  

Y si se queda aquí, ¿se decantará por un bando o será el muñidor de una tercera vía que devuelva la paz al PP? Feijóo ha chocado, eso sí, más interna que públicamente, con Casado y Ayuso. Pertenecen a generaciones diferentes y sus estilos son divergentes. Al político gallego no le gustan los coqueteos con VOX, ni tampoco los vaivenes de Génova, y su gestión en la pandemia fue diametralmente opuesta a la de Ayuso, quien, además, con su irrupción en la escena estatal hizo sombra a Feijóo, que, de paso, dejó de ser una amenaza para Casado. 

Cuentan en el PP que una de las razones para que el presidente de la Xunta no diera en 2018 el salto a Madrid, un sueño que acarició durante un largo tiempo y que trabajó con denuedo también, es que temía la guerra sucia en el PP (dosieres y papeles que podían salir contra él para intentar embarrar su proyecto y su candidatura). Quizás estos días al descubrir cómo se las gastan en Génova para aniquilar a la competencia, habrá pensado: “¡Qué bien hice!” 

Feijóo ha recuperado estos días un protagonismo en Madrid que había perdido en favor de Ayuso. Mientras otros se pusieron de perfil, él decidió salir a escena y tomar la palabra. Se ha erigido en el portavoz del trozo de partido, que no es de Casado, ni tampoco de Ayuso. ¿Cuán grande es esa parte?

Nadie se atreve, viendo que ni Casado ni Ayuso dieron ayer marcha atrás, a vislumbrar una solución a esta crisis, pero Feijóo ya aparece como uno de los protagonistas del desenlace.