Diario de Ibiza

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Lucía Perán Alcázar

Dame teta

Estoy tremendamente orgullosa de la sociedad en la que me ha tocado vivir. ¡Qué digo tremendamente orgullosa!, eso es poco, estoy más que agradecida y feliz. Ver cómo somos capaces de reconducir todo, de llevar las cosas a su punto exacto de existencia, superar obstáculos, crear nuevos senderos e iniciar la marcha, es para estar más que orgullosa. ¡Piénsenlo! Miren, ahora nos ha dado por las tetas. ¡Fantasía! Tetas para acá, tetas para allá, pezones, tetas que amantan, tetas fuera, tetas que se dejan intuir a través de canalillos desafiantes… tetas, al fin y al cabo. Hablamos de ellas sin pudor, por fin. ¿A quién no le llama la atención un par de tetas bien, o casi bien, puestas? Fácil respuesta. ¡El poder de las tetas! Y el tamaño no importa. Las tetas han suplantado nuestro temor hacia las puñaladas económicas de la luz, el miedo a envejecer bajo una mascarilla o los pies fríos. Reconózcanlo, esto solo lo podía conseguir una teta y qué cerca teníamos la solución. Algunas más que otras y otros. Es más, ya se hablaba poco de política y las tetas la han puesto de nuevo en el escenario. Tenemos nueva santa, santa Rigoberta. Cuestión de tetas.

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