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Emma Riverola

Bumerán Colau

El 15-M agitó el escenario político. Recordó que no hay democracia sin protesta y conectó con una parte de la ciudadanía que no se sentía representada por ningún partido. Fue un grito de indignación ante la factura de la crisis y los grandes casos de corrupción. De aquella agitación beben los ‘comuns’, también su código ético. Una promesa de regeneración política.

Ahora, Ada Colau debe declarar como investigada por presuntas irregularidades en la concesión de subvenciones públicas a entidades afines a los ‘comuns’. No es la primera querella del mismo estilo interpuesta contra ella. Las 10 anteriores han sido archivadas. Cuesta no ver intereses económicos en el hostigamiento, pero siguiendo el código ético de los ‘comuns’, la alcaldesa debería dimitir. ¿Sería lo conveniente? Atendiendo a la opacidad de la querella, no lo parece. De hecho, sería doblegar el ejercicio democrático a unos intereses más que dudosos. No, no parece lógico dimitir, pero el caso es toda una advertencia contra la política de artificio. El código ético de un partido debe responder a la coherencia y la honestidad. Convertirlo en una exhibición de pureza o en un ejercicio de ingenuidad es, entre otras muchas cosas, peligroso: un bumerán.

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