Entre mis amigos se popularizó durante una época la expresión «tener picos de sierra» cuando alguien quería hacer referencia a sus habituales saltos emocionales. De un estado de euforia y exaltación pasabas a otro de agitación interna y desasosiego, y viceversa, en cuestión de horas y por motivos muchas veces desconocidos. Eso significaba tener picos de sierra o, si lo prefieren, «vivir en una montaña rusa de emociones», como también le escuchábamos decir a otra gente. Lo mejor era afrontar esas transiciones en grupo porque el ánimo de la ‘crew’ se retroalimentaba y todos nos sentíamos un poquito mejor. Quizá la felicidad consista (nada menos) en tratar de mitigar ese descenso al lado oscuro de nuestros pensamientos y alcanzar la manida ‘paz mental’ para, desde ahí, desarrollarnos en plenitud y explotar lo mejor de nosotros. En deportes como el fútbol a veces resulta igual de misterioso explicar un cambio de dinámicas como el que está experimentando la UD Ibiza desde la llegada de Paco Jémez: tres de tres en victorias y 13 goles anotados en solo tres encuentros. Nuevos estímulos, ilusiones renovadas, arengas motivacionales… Muchas veces un simple detalle, una emoción, un gesto activa nuestro botón del bienestar para empezar a funcionar a pleno rendimiento. El reto general es mantenerlo pulsado.
