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Elena Pajares

Lo mejor está por venir

Ha dicho Bill Gates que en 2022 será posible que venzamos al virus. Dado que este hombre es uno de los seres más informados de la Tierra, estoy muy esperanzada por sus palabras. Dios quiera que se acabe el coronavirus. En realidad, el virus no tiene culpa. Ha hecho lo propio de su naturaleza: buscar huéspedes en los que reproducirse, y luego tratar de expandirse. Lo malo ha sido que han quedado al descubierto las debilidades de nuestro sistema, que han sido muchas, y todo junto ha puesto en jaque a nuestros dirigentes, incapaces de gobernar esta tormenta, imprevisible y cambiante. No me cambiaba por ninguno, ya te lo he dicho mil veces. Pero de esto hemos hablado tanto que, aunque estemos de nuevo con mascarilla, y parezca la historia de nunca acabar, ya estoy harta de lo mismo.

Me hace un montón de gracia, ya sabes, de esa que no es graciosa, ver que el año que ha terminado ha sido tal y como vaticinó mi fregador. No lo recordarás, pero recibí el año tratando de contener un volcán en mi cocina. Como el de La Palma pero de porquería. El incidente nos tuvo de rodillas, y entre bayetas y fregonas, un tiempo que parecía infinito. Anda que, cualquier pareja que quiera probar su nivel de tolerancia del uno con el otro, que se someta al test del fregador atascado. A ver si lo pasan. No nos lo creíamos, cuando aquel ente descontrolado dejó de escupir inmundicias, y pudimos por fin separarnos del fregador sin miedo a un nuevo brote. Y sin embargo, a la vista del año que ha sido, se puede decir que fue un vaticinio muy gráfico de lo que nos esperaba: un año de mierda.

En aquel momento no me pilló atenta, y además mi naturaleza optimista me empujaba a no darle importancia al suceso, pero debí haber tenido muy en cuenta ese vaticinio, acaecido precisamente el día de Año Nuevo. Qué pena no haber llamado a cualquier político, para ofrecerle los servicios predictivos de ese oráculo que había surgido de las profundidades de mi cocina. A la vista de su acierto, puedo decir solemnemente que son más confiables los vaticinios de mi fregador visionario, que los consejos de cualquier otro asesor de postín. Para tu tranquilidad, este año el oráculo del fregador no ha hablado, e incluso tiene desde hace tiempo un aspecto muy limpio que resulta muy esperanzador. Es posible que nos espere un año brillante, quien sabe.

Si fuese de verdad que el coronavirus se acabara, (desde luego el primero de los deseos de mi lista), y pudiéramos volver a tener anhelos y esperanzas normales, lo primero que pediría sería reconectar con nuestros seres queridos. Con lo que esperaban y con lo que deseaban. Continuar. No sabemos dónde, pero sí que sabemos que, de algún modo, están. Ya sea en nosotros como decía El Rey León, o en el más allá, un hilo invisible nos une. Sigamos lo que ellos empezaron. Retomemos las cosas que les gustaba hacer, las ilusiones que nos transmitieron. Todo eso no muere. También ellos afrontaron retos y dificultades. Hubo también guerras, hambre y enfermedades. Y, sin embargo, salieron adelante ¿Por qué no lo íbamos a conseguir nosotros? Vamos a ponernos en modo canción de Frank Sinatra, y a desearnos unos a otros un muy feliz año nuevo. Lo mejor está por venir. Seguro.

Elena Pajares | Abogada

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