Opinión | En corto
Putada y paracetamol
Estos días me siento más cerca de Don Quijote que de Dios. Me duele todo, a veces no consigo abrir los ojos y la fiebre me alucina. Ahora entiendo cuando el escuálido caballero confundía con gigantes a los molinos de viento. Justo antes de ser pieza en la mesa familiar de Nochebuena un test me invitó a confinarme en casa. Menos mal, me dije al principio; vaya putada, me repetí minutos después. Aquí estoy. Por primera vez sé que tengo todos los huesos necesarios para formar un esqueleto, incluso alguno de más, porque no hay ninguno que no me duela. Además, mis dientes se han convertido en un reclamo de paracetamol y en cuanto a los ojos, de vez en cuando consigo abrir los dos, sin que mi cabeza sea lo más parecido a una sandía partida. Así estoy. No puedo dejar de preguntarme: ¿Cómo piensan enfrentarse a esto los no vacunados? Porque si esto es con vacunas… yo no digo nada. Suerte y fuerzas. Al menos me queda estar orgullosa de mí misma al no plantarme en casa y punto. La verdad es que abríamos hecho en mi familia una quiniela perfecta y huyendo de la equis. Responsabilidad.
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