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valentin villagrasa

Desde la Mola

Valentín Villagrasa

Póntelo, pónselo

Aquella icónica campaña de publicidad para concienciar a los ciudadanos de la importancia del preservativo para prevenir el sida (ya hace unos cuantos años) quedó como eslogan de uso común. Miren por donde, hoy adquiere una vigencia absoluta tras el uso obligatorio de la mascarilla en exteriores. La sexta ola, trae consigo un mar de dudas a los responsables políticos y casi ninguna a los expertos. A los primeros eso de tomar medidas coercitivas en Navidad les viene grande después de casi dos años de covid. Las informaciones sobre el estado actual de la pandemia ocupan las portadas de todos los medios y abren los telediarios. Mientras, tenemos las observaciones de los epidemiólogos que piden medidas restrictivas urgentes para prevenir el colapso del sistema sanitario, aunque parece ser que este ómicron es más contagioso, pero menos virulento después de tanta vacunación. Países de nuestro entorno han aplicado esas medidas a rajatabla y han conseguido disminuir la expansión. Austria con 21 días de confinamiento (duro o más duro) y que ha permitido abrir por Navidad. Holanda lo está poniendo en práctica hoy y ya veremos.

A ese suma y sigue, España no se ha adherido por aquello de no estropear la pandereta y la zambomba o el ‘caga Tió’ en Catalunya. Pero sí ha lanzado como medida estrella la vuelta a la mascarilla a «toda hora y lugar». Pues ni con esas se ha conseguido el uso total. Vas por la calle en una ciudad y el despiporre es el pan nuestro de cada día. En un conteo visual donde hay aglomeraciones o paseando por cualquier calle, poco científico para una valoración, pero sintomático para los legos en la materia, te das cuenta de quienes mayoritariamente no se ponen la mascarilla (no valen los negacionistas comprometidos, a estos alguien les deberían decir que su libertad termina donde empieza la mía y mi salud). Personas entre las edades del final de la adolescencia y el principio de la madurez (las cifras, ustedes mismos). Aunque luego les permiten conducir vehículos a motor previo examen (será de conciencia, porque de responsabilidad poca). En un momento dado les pides que se pongan la mascarilla y lo menos que recibes es una peineta de desconsideración y se te queda cara de imbécil por no poder ir más allá en el cumplimiento de la orden gubernamental. A mi me multan por estar mal aparcado y a estos qué…Nada, ni siquiera un aviso con gorra y placa. En mi descargo emocional solo se me ocurre lo de «póntela, capullo».

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