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Emma Riverola

País pútrido

Uno de los argumentos habituales a favor de la independencia es la defensa del catalán. La idea de un país con una sola lengua oficial resulta tentadora para algunos. Asumámoslo, es cierto. El catalán gozaría de mejor salud reinando en solitario. Borremos de un plumazo siglos de lenguas compartidas. Ya puestos, tomemos carrerilla. Fuera el problema de las escuelas: ¡obliguemos a utilizar solo el catalán! Que es un modo de prohibir el castellano. ¿Nos conformamos con las aulas? Sigamos con la calle, el trabajo… Pero, ¿qué hacemos con los trabajadores que no dominan el catalán? Está claro: ¡despedidos! Y no vale hacer trampas. Sin compasión con esas cuidadoras o limpiadoras invisibles. Aunque, ¿por qué detenerse ahí? Ya que hablamos de limpieza… Se podría realizar exámenes a todos los no nacidos en Catalunya. Quien no llegue al nivel, ¡expulsado! Y sin miramientos. No importan los años de residencia. No hay compasión para los colonos.

Sí, todo esto podría hacerse. Ni siquiera son ideas nuevas, basta con pasearse por la historia -o por las redes y los medios públicos- para encontrar propuestas parecidas. Podría hacerse. Y el catalán gozaría de mejor salud. Otra cosa sería el país pútrido que nos quedaría.

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