Me fío poco de las avalanchas de la opinión, menos aún cuando las organizaciones sociales se ponen al frente sujetando la pancarta y mucho menos todavía cuando el poder se pone del mismo lado. Hace ya tiempo que el movimiento feminista, haciendo suya la avalancha emocional formada, alzó a Juana Rivas como símbolo de la resistencia frente al poder machista. Luego vino el apadrinamiento de su causa por el Gobierno, después el indulto parcial y ahora la abierta beligerancia de la fiscal general del Estado. Pero aunque en el auto en que el juez argumenta por qué no suspende la condena no falten razones, el perfil que él mismo exhibe en las redes tampoco ayuda nada a confiar en la imparcialidad que se le supone. Así que sería bueno para todos bajar la presión hasta que el tribunal de apelación resuelva el recurso, esperando que un fallo con buenas razones nos devuelva la confianza.